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Alta probabilidad de mostrar signos de torpeza física, problemas motrices e
hipersensibilidad en la piel y a nivel sensorial.
5 de la tarde en la majestuosa biblioteca de la SNU.
El sol primaveral recién descendía, cubriendo de tonos naranjas a Sungmin quien
recogía los libros dejados en las mesas de estudio. Había mucho trabajo ese día
ya que la mitad de las facultades seguían en época de exámenes, y los carritos para
transportar libros habían sido acaparados por las trabajadoras veteranas, así
que de un modo u otro tendría que arreglárselas. Se llenó el regazo de ejemplares
hasta que le tocaron el mentón y con poco equilibrio se encaminó al primer
estante. Dejó rápidamente un par de libros y terminado su quehacer ahí sin
siquiera temblar, decidió tentar a su buena suerte dando un rápido giro,
enredándose con sus propios pies como castigo y cayendo con libros y escándalo
incluido. Darse de bruces contra el suelo era algo que le pasaba con frecuencia
y patalear enojado justo después era su cábala, pero ahora simplemente no
quería darle tanta importancia. Se limitó a mostrar su frustración respirando largamente
y empezó a reunir los libros esparcidos. Distrajo su mente pensando en el
mensaje que Kyuhyun le envió durante su descanso. Hoy saldría temprano de su
empleo de medio tiempo e iría a buscarlo para ir juntos a casa, y solo 59
minutos exactos le separaban de eso. Con todos los libros reunidos se puso
lentamente de pie y apelando a su buen ánimo se recordó las técnicas para
caminar correctamente que había aprendido.
“Espalda recta, vista al frente, dar zancadas de
20-25 centímetros, sin arrastrar los pies pero poniéndolos firmes en el suelo
una vez lo toquen”
No es que no supiera caminar, él lo hacía mejor que
muchas personas, su saludable espalda se lo agradecía a diario, pero a veces es
necesario recordarnos esas cosas que hacemos de memoria para así asegurarnos de
hacerlas bien, y para el bajito, era mucho más vital si no quería volver a
besar el suelo por culpa de su torpeza innata.
Cuando se nace siendo Asperger, se está predestinado
a padecer ciertas características propias de dicho trastorno, entre ellas están
los problemas de motricidad y movimientos automáticos. Lo único que varía es a
qué nivel afecta a cada sujeto, y en caso de Sungmin, su carencia de
coordinación motriz era bastante profunda. Todo empezó cuando se familiarizó
por primera vez con la independencia al pararse por sí mismo. Que Sungmin
pusiera los pies en dirección hacia adentro y caminara como si los tuviese
atados fue rápido motivo de preocupación, peor era con las dificultades que
tenía tomando cosas o abriendo pocillos. Sus padres pensaron que se trataba de
una enfermedad relacionada con el crecimiento, incluso algunos médicos pensaron
en operarle, sin embargo, entre exámenes y exámenes, y añadiendo las demás
señales, supieron finalmente a que se debía y recurrieron a terapias
kinesiológicas. Hasta la mitad de su tiempo en secundaria, estuvo en tratamiento
corrigiendo muchos de sus males y con el tiempo logró ser casi normal, no
obstante, los kinesiólogos por mucho que lo intentaron no pudieron pasar ese
“Casi” a un “Completamente”. El diagnóstico inicial era tan malo que de
inmediato le dijeron a su madre que buscara como eximirlo en su escuela de
actividades deportivas. Se hundía cuando trataba de nadar, no podía montar una
bicicleta, no metía una sola pelota al arco, ni siquiera podía correr bien ni
muy lejos, no era necesario ni humano exponerlo a esas frustraciones y
humillaciones, además con su inhabilidad era más propenso a sufrir lesiones, y
eso lo agravaría todo. Sólo cuando ya podía hacer todas esas cosas, aunque con
un desgaste físico tremendo, se le dio la oportunidad de sumarse a las
actividades deportivas habituales en las escuelas, pero Sungmin se negó y no lo
intentó ni siquiera una vez. Ya se había acostumbrado a una vida rígida que no
incluía actividad física mayor y el único buen motivo que tenía, o sea, una última
oportunidad de hacer amigos a través del trabajo en equipo, la daba por perdida
y de todos modos no quería intentar ver si realmente era así, estaba lo
suficientemente decepcionado y herido para no querer arriesgarse otra vez.
Sungmin caminó al siguiente estante y dejó varios
libros. Al verse más ligero suspiró aliviado. Miró el ejemplar que ahora estaba
en la cima “1914-1918: Historia de la primera guerra mundial por David
Stevenson”. Un libro de historia. Sonrió involuntariamente y siguió su camino.
Agradecía tener ese interés tan profundo en dicha área, le había salvado de
enfrentarse cara a cara con la soledad y del predicamento de encontrar
diversión haciendo menos que caminar o trotar. La única dificultad con la cual tropezó
fue su también profundamente escasa motricidad fina. En todo lo que significaba
usar movimiento pequeños y precisos como escribir, calcar y dibujar el apestaba.
Su maestra de primaria le tuvo los 6 años con caligrafía adicional y así apenas
consiguió una letra legible, algo que de todos modos era muy malo para él pues
despojaba de elegancia a los exhaustivos ensayos que realizaba. Con el dibujo y
el calcado se rindió de inmediato, sabía que el arte abstracto que hacía no le
llevaría a ningún lado. Se contentó con saber leer mapas en vez de hacerlos y
diseñar extravagantes títulos para sus amados textos, aunque al finalizar siempre
quedaba con la mano temblorosa y una terrible migraña por el sobreesfuerzo. Sus
padecimientos creativos terminaron únicamente cuando sus padres le regalaron su
primera computadora, y fue como quitarle un camión de encima, porque al fin
podía concentrarse en los problemas que sus males le ocasionaban en la vida
diaria, pues si la pobre coordinación motriz le impedía cosas como vestirse o
desvestirse fácilmente, la carencia de motricidad fina le dificultaba atarse las
agujetas, abotonarse chalecos, hacer nudos de corbata, entre otras cosas.
Sungmin siguió ordenando y digitando préstamos de
libros hasta que dieron las 6 en punto. En cuanto la discreta alarma de su
reloj se lo anunció, se levantó con parquedad, fue a buscar sus cosas a la sala
de empleados, se despidió de sus compañeros y se dirigió a la salida
rápidamente. Tal como esperaba, Kyuhyun se encontraba en las escaleras aguardando
por él. Apenas sus ojos se encontraron el menor sonrió encantadoramente,
haciendo que por alguna razón Sungmin quisiera caminar más de prisa. Un
delicioso beso lo recibió en cuanto cayó en los brazos del más alto, retribuyéndole
una tierna sonrisa al separarse. El mayor estaba muy feliz, por los exámenes
pasados no había podido pasar mucho tiempo con su novio, este era como un
reencuentro y lo aprovecharían tanto como pudieran.
—¿Vamos a casa?— Le propuso
Kyuhyun luego de varios dulces mimos. El bajito asintió.
Tomados de la mano se dirigieron al paradero más
cercano. Había sido un día realmente largo y no les apetecía atravesar las
kilométricas instalaciones de la universidad para llegar a la estación del
metro. Se subieron al primer autobús de acercamiento que llegó y al cabo de 10
minutos ya estaban en la entrada de la estación. La temprana hora y el hecho de
que los estudiantes se quedaban hasta tarde estudiando para sus exámenes,
propició que la cantidad de pasajeros fuera mucho menor de la que acostumbraban
a ver ,y además, cada pasajero iba muy concentrado en lo que veían en la
ventana o en sus celulares para fijarse en quien subía o bajaba. Esto les
otorgó la privacidad perfecta. Se acomodaron en los asientos al final del vagón
y sin contenerse, Kyuhyun pasó una mano por el cuello de su novio y con la otra
tomó su mentón para besar sus labios profundamente.
—Mmm…— No pasaron 15 segundos cuando
disgustado, Sungmin empezó a gimotear levemente.
Kyuhyun interrumpió el beso y sin demora el bajito comenzó
a rascarse el cuello.
—Kyuhyun, siento comezón, odio la
comezón— Reclamó mientras aún trataba de aliviarse. El menor
lo entendió de inmediato y se alejó totalmente.
—¡Ah, lo siento! Es el sweater
nuevo que me envió mi madre, no me había fijado que era de lana. Enseguida me
lo quito— Tras hacerlo, guardo la prenda en su bolso y revisó
el sarpullido— Está un poco rojo, pero no te ha salido ninguna
roncha, ¿Te sigue picando?
—Ya no, pero he sido bastante descuidado
al no darme cuenta— Dijo frunciendo el ceño exageradamente mientras se
arreglaba el cuello de la camisa. Kyuhyun volvió a rodearlo con su brazo y pegó
su frente a la suya.
—Ambos lo fuimos y tendremos más
cuidado en el futuro. No pienses más en eso— Dicho esto, guiñó el ojo
izquierdo y Sungmin olvidó totalmente el tema, ansioso por continuar el
interrumpido beso.
Kyuhyun lo arrinconó más y le metió mano con descaro.
Sungmin reaccionó instantáneamente a la caricia, tal como había reaccionado a
la prenda de su novio y como reaccionaba a todo.
Torpeza no era la única singularidad de su cuerpo,
también le destacaba una profunda hipersensibilidad, la cual desencadenaba una
sobreestimulación en sus 5 sentidos con las cosas más cotidianas, afectando su
humor y a veces, su bienestar. Ante ruidos fuertes y agudos los oídos le dolían
y se ponía histérico; el olor a comida picante lo sentía tan intenso que le
producía náuseas; el color dorado, sobretodo en su formato brillante, le hacía
arder los ojos y ponerse de muy mal humor; comer frutos secos le avinagraba el
estómago y, por supuesto, el entrar en contacto con lana, real o sintética,
además de otras texturas del tipo rasposas, le provocaban sarpullidos.
La pequeña irritación había desaparecido para cuando
llegaron a su destino. Sintiéndose ligeramente con más energías, decidieron
caminar el trecho de 15 minutos de la estación hasta la residencia. Apenas
llegaron Kyuhyun fue con Siwon a ver si lograba intercambiarle su sweater por
otra prenda, mientras Sungmin, quien se quitaba la mochila y el abrigo, era
sigilosamente acechado por Kangin y Heechul. En cuanto lo vieron más
desprevenido, se tiraron encima de él y lo abrazaron efusivamente.
—¡Noooooooooooooo!
Ni un segundo
bastó para que el bajito comenzara a chillar y patalear iracundo, haciendo reír
a sus 2 malvados amigos. Porque la hipersensibilidad no lograba afectar tanto a
sus otros sentidos como lo hacía a nivel táctil, y ni el tacto de la lana le
provocaba tanto disgusto como el contacto físico. Siempre evaluaba la real
necesidad de tocar a otra persona y si era tocado por sorpresa, era capaz de
sacudirse berrinchudamente para alejar al culpable- tal como lo estaba haciendo-.
En el pasado sólo con su familia se permitía ser más tolerante, sin embargo eso
no lo hacía agradable, por lo que prácticamente debían rogar si deseaban un
contacto “innecesario” como un abrazo o un beso.
—¡Vamos, danos un beso en la
mejilla al menos! — También rebajándose a la súplica, Kangin le acercó
la mejilla.
—¡No, no! ¡Sin tocar! ¡Apestan!
¡Kangin apesta, Heechul apesta! ¡Son feos! ¡No me gustan! ¡No hay besos! — Se opuso el
bajito protegiéndose con sus brazos de aquellos dos.
—Ah, pequeño bastardo. Cuando nos
tratas así me dan más ganas de fastidiarte— Gruñó Heechul, tratando de
apresarlo con más fuerza.
—¡Nooooooooooo!— Volvió a
gritar el bajito.
—¿Qué hacen, retrasados?— Intervino
Kyuhyun, quien regresaba con su prenda intercambiada.
—¡El novio calenturiento!— Anunció
Heechul a viva voz.
—¡¿Qué?!— La ira
del aludido se encendió al segundo.
—¡Corre!— Gritó
Kangin, y tan pronto lo dijo ambos salieron huyendo.
—¡Hijos de…!— Profirió
Kyuhyun con todo el rostro rojo. Luego se acercó a su novio y le tomó los
hombros —¿Te molestaron muchos esos idiotas?
Sungmin observó por unos segundos el suave agarre de
su novio y luego lo miró detenidamente a los ojos.
Era cierto.
Torpeza, problemas motrices, hipersensibilidad, esas
“fallas” en su cuerpo, como él las denominaba, le habían hecho la vida más
difícil y dolorosa. No podía olvidar nunca que las tenía, siempre estaban
frente a él preparadas para hacerlo errar en cualquier cosa, hacerlo sentir como
si estuviera en piel ajena. Eso le había causado periodos de depresión durante
su vida en los que salía de casa únicamente cuando era necesario, e incluso en
sus primeros días junto a Kyuhyun, al ser víctima de su torpeza, hacía acopio
de todo su ego y buen humor, diciendo que si no fuera por su genial cerebro, su
cuerpo sería una bolsa de carne inservible y sin propósito. El menor notaba el
tono de súplica en las palabras de su novio, como Sungmin pedía que si esos
males nunca se irían de su cuerpo, al menos tuviera algo bueno, algo que para
el funcionara mejor de lo que funcionaba para los demás, que el mundo se equilibrara
ínfimamente a su favor. Sólo una cosa bastaba. En ese entonces el más alto no
tenía idea de cómo conceder algo así, ni siquiera podía imaginar una posible
solución a tal dilema. No tenía idea de que juntos darían con ese milagro muy
pronto y él no lo sabría hasta mucho tiempo después.
—Kyuhyun, hagamos el amor— Pronunció
el bajito.
Era el efecto físico del amor.
—¿Ah?— El menor se sorprendió al oír
aquello luego de tan prolongado silencio, y no ayudó a que su sonrojo bajara,
mucho menos con ese rostro tan inocentemente incitante cerca suyo— Te he
dicho que no digas esas cosas donde puedan escucharnos, pequeño desvergonzado…
Sungmin tomó la mano de su novio sobre su hombro y
sosteniendo la mirada, se acercó más. El menor sonrió.
—Vamos a la habitación— Se rindió
con un tono suave pero sutilmente cargado de deseo.
De la mano subieron y encerrados en su pequeño nido,
Kyuhyun estiró al mayor sobre su cama y se acomodó sobre él con la más pura
intención de hacerlo completamente suyo esa anaranjada tarde. Las caricias fueron
el inicio de eso como la clave del anhelado milagro. El mayor lo descubrió en
esos tiempos de instituto cuando seguían siendo amigos, aquella tarde en que Kyuhyun
le había llevado a casa luego de invitarle aquel helado y Sungmin, el alérgico
al contacto humano, sin ser mandado por nadie le acarició el cabello en
agradecimiento. Ese primer contacto entre ellos fue totalmente espontáneo y
nada desagradable para ninguna de las partes, y el bajito quedó absolutamente
intrigado por ello ¿Por qué le había gustado? ¿Por qué los días siguientes
quería tocarle de nuevo? ¿Por qué desde la primera vez que lo vio había querido
hacerlo? La curiosidad por esa sensación le invitó a dejarse llevar cuando ese
impulso volvió a aparecer, esta vez besando a Kyuhyun justo después de que este
se confesara. El contacto de sus labios fue como la apertura de los secretos
del universo ante sus ojos. Las miles de terminaciones nerviosas en sus labios
enviaron una oleada de descargas eléctricas por todo su cuerpo que le hicieron
estremecer ¿Había sido real? Supo que sí cuando Kyuhyun volvió a apoderarse de
sus labios en un largo y suave masaje. “Delicioso” Fue lo primero que vino a su
mente, y el temblor producto de todos esos besos bajo el atardecer no se le
quitaron hasta llegar a casa. En su habitación con la cabeza ligeramente más
fría pudo entenderlo totalmente.
“No como
comida, sino como papá y mamá se gustan, es la forma en que Kyuhyun se siente
atraído hacia mí, y a mí me gusta hablar con Kyuhyun, me gusta mirarlo, me
gusta tocarlo, sus besos se sienten bien. Eso es atracción, atracción, yo
también siento atracción por Kyuhyun. No como comida, sino como papá y mamá.”
No lo dimensionaba del todo, pero en el fondo, Sungmin
entendía lo que le pasaba, y sabía que la atracción por una persona disparaba
la secreción de sustancias químicas en el cerebro, causando efectos a nivel
corporal. Mejillas rosadas, latidos de corazón más fuerte y reacciones
placenteras a nivel sensorial cuando se tiene a la pareja cerca ¡Ahí estaba! Si
la hipersensibilidad le hacía sentir al doble lo que era desagradable para él,
lo que era agradable también se duplicaba.
Podía sentir mucho más el placer de hacer contacto
con su pareja de lo que podían los demás.
El bajito estalló de felicidad, no podía creer que
su deseo había sido cumplido ¡Su cuerpo tenía utilidad después de todo! y a
pesar de que su rostro mantuvo la neutralidad de siempre, logró exteriorizar su
emoción con lo mucho que le gustaba prolongar los besos y caricias de su novio,
fascinándose con las sensaciones explosivas que recibía. Por otro lado, Kyuhyun
estaba tan baboso por el bajito que le buscaba tanto como Sungmin a él y no
notó su cambio, no al menos hasta llegado aquel momento.
—A-ah…— Ya
desnudo y con el cuerpo a mil, el mayor se estremecía enredado en el cuerpo de
su novio, siendo empalado lentamente por este mientras con sus labios atrapaba
todos sus suspiros.
El adictivo olor de su perfume mezclado con su sudor;
su voz grave y aterciopelada; su encantadora apariencia; el delicioso sabor de
sus labios y el roce de sus grandes manos sobre su cuerpo, todo ese exceso de
Kyuhyun enloquecía tanto a Sungmin, que dado un momento, besar, acariciar y
masturbar no le parecía suficiente. Él tenía claro que el sexo era lo siguiente
a lo que podía aspirar y Kyuhyun también lo sabía. Para ese entonces el menor llevaba
semanas preparándose para hacerlo y también para pedirlo, incluso se había entrenado
mentalmente para no morir de vergüenza cuando tuviera que expresarle
directamente lo que quería, más todo eso se fue por el caño cuando Sungmin le
demostró que también había hecho su investigación y abordó todo el significado
de “Sin pelos en la lengua” al pedírselo. Kyuhyun de todas formas casi se
desmayó de vergüenza esa noche, no obstante, el librarse de esa embarazosa
propuesta le permitió actuar con más calma al momento de meterse entre las
sábanas. Por supuesto, el sexo fue tan soso y breve como se esperaba de una
primera vez, aun así, develó todo lo que Sungmin había querido saber de aquella
experiencia y dejó ver a Kyuhyun el secreto de la nueva alegría de su novio. Lo
supo en como a pesar de que los movimientos de Sungmin fueron torpes como
siempre, al culminar su encuentro, el bajito no parecía nada molesto consigo
mismo y, en cambio, tenía brillo en los ojos y se encontraba totalmente ido. 15
minutos después, se tiró encima de Kyuhyun pidiéndole otra ronda.
“No siento mi
trasero ¿No es magnífico? Así no dolerá cuando entres”
Argumentó eufórico. El menor lo contempló atónito y
no viendo más opción a la actitud del otro – y a su propia calentura- aceptó.
Los siguientes días, Sungmin demostró transparente
su fascinación por aquella nueva práctica, y apenas su agenda dictaba un
momento junto a Kyuhyun, lo buscaba, se encerraban en la habitación y se
arrimaban uno encima del otro con un entusiasmo que enorgullecería a los conejos.
El apremio poco discreto entre ambos alertó rápidamente a los demás de lo que
ocurría, provocando especialmente en sus amigos unos deseos irresistibles de
molestar a Kyuhyun.
Hastiado de
bromas de doble sentido, el menor se vio obligado a hacer planes para ser más
sutiles.
—Kyuhyun, vamos a jugar Starcraft— Era el nuevo código entre ellos,
y Sungmin lo pronunció por primera vez un tarde en la sala. Todos los presentes
le miraron por breves segundos, luego sin más volvieron a lo suyo.
—Sí que te has encaprichado con ese juego. Está bien, vamos a jugar— Respondió
el menor con una sonrisa victoriosa mientras se levantaba del sillón y tomaba
de la mano a su novio.
Los demás volvieron a elevar sus miradas, viéndoles
abandonar la sala. Finalmente se miraron entre ellos y regresaron una vez más a
sus asuntos.
—Creerán que somos estúpidos…— Susurró Heechul hojeando una
revista con poco interés, aunque ni él ni nadie dijo nada acerca de eso tiempo
después. Al menos había que reconocerles el mérito por intentarlo.
—¡Umm!— Hincados en la cama, Kyuhyun abrazaba por la
espalda a Sungmin dejándole húmedos besos en el cuello mientras este trataba de
resistir tanto placer. Su novio había logrado dar en su próstata y ponerle los
ojos blancos al mismo tiempo.
Ese día había sido jodidamente pesado, pero en
cuanto Sungmin le hizo esa demandante propuesta, la energía matutina de Kyuhyun
regresó a su cuerpo. Con el paso del tiempo el bajito no se había descubierto ante
él como una bestia sexy, ni siquiera era ruidoso en la cama, pero la inocentona
sensualidad de su rostro y la honestidad de su hermoso cuerpo ponían a mil a
Kyuhyun con sólo imaginarlo. Le encantaba como esa nívea piel sufría espasmos
con la más ligera caricia y cada grado de placer deformaba deliciosamente su
rostro. Amaba como lo disfrutaba y lo feliz que le hacía disfrutarlo. Después
de largas angustias, su novio había hallado ese algo que le significó la paz
consigo mismo. Sobre todo después de la aparición del sexo, Sungmin ya no se
enojaba tanto con las fallas de su cuerpo y cuando lo hacía lo olvidaba
rápidamente. No había gruñidos, ojos vidriosos o miradas perdidas, únicamente
un suspiro y una sonrisa optimista al saber que tenía una gran cualidad que
merecía más su atención, y para Kyuhyun, saberse responsable de ese hallazgo le
hacía muy feliz, tanto que en realidad no le molestaba la forma poco discreta que
Sungmin tenía de hacerle ver su deseo sexual ni que fuera capaz de pasar a
llevar sus propias manías despertándose a las 3 de la madrugada para decirle:
“Kyuhyun,
tengamos sexo”
En realidad, Kyuhyun era capaz de abofetearse con
tal de desperezarse y decirle:
“Pequeño
pervertido, no tienes remedio”
Para
inmediatamente tirarse encima de él. Sí, podía decirse que inclusive le
agradaba un poco. Un poco nada más.
—Kyuhyun, tengo hambre. Es hora de
comer— Sungmin le llamó haciéndole regresar a la realidad.
Tras terminar
se habían quedado un rato abrazados en la cama, lo suficiente para que el
bajito se recuperara del intenso letargo que le producía experimentar tanta
sensación.
—Pues yo tengo a mi cena justo
entre mis brazos— Bromeó el menor con una mirada juguetona.
—Kyuhyun, te he dicho 46 veces que
no soy comida— Rebatió Sungmin con seriedad, haciendo reír a su
novio.
—Lo sé, lo sé— Le
concedió atrapando sus labios, el mayor se dejó hacer sin objeción los breves
segundos que duró el contacto. Luego Kyuhyun se alejó y saltó fuera de la cama— Quédate,
yo traeré algo.
Poniéndose la ropa interior, el menor abrió la
puerta y asomó la cabeza. Todo el pasillo a oscuras. Como era viernes seguro
los demás inquilinos habían salido de juerga. Tomó su celular y mientras
caminaba a la cocina aseguró su teoría revisando sus mensajes. Sí, Kangin le
había dejado un mensaje al respecto. Sin más, tomó una bolsa y echó en ella algunas
botanas que había comprado y guardado en la alacena hace unos días. Tras eso
retornó leyendo un mensaje que Heechul le acababa de enviar.
“Si
deciden dejar de coger por 5 minutos al menos, estaremos en la disco “Drive”.
Un travesti se está tratando de ligar a Siwon y él aún no se da cuenta ¡Vengan
rápido! K k k k k”
Kyuhyun soltó una ligera carcajada mientras abría la
puerta, más tanto la risa como la respiración se le cortaron apenas miró al
interior. Estirado boca abajo, destapado y todavía desnudo, Sungmin hojeaba un
libro despreocupadamente. Las definidas caderas seguidas por esas dos grandes y
bien formadas nalgas fueron como un ataque directo y letal. No siempre tenía
una vista frontal tan clara de una de las zonas más sensuales de su novio, y Kyuhyun
sintió como su coeficiente bajaba y toda la baba se le caía. Volviendo en sí
uno rato después, miró su celular y de inmediato lo lanzó sobre el nido de ropa
en el suelo. Rodeó la cama sigilosamente y dejó un húmedo beso en el hombro de
su amante, con una idea en mente que después de llevar a cabo seguro le haría
desmayarse de vergüenza. Sungmin dejó el libro, fulminándolo por largos
segundos con sus chispeantes ojos, como si entendiera sus intenciones.
—Kyuhyun, sigo con apetito— Aclaró.
—Sí, yo también— Dicho
esto sacó una lata de crema batida de la bolsa seguida por una sonrisa perversa.
A Kyuhyun le pareció que Sungmin necesitaba seguir
conociendo a fondo los beneficios de un cuerpo con hipersensibilidad para que
se le grabaran bien en la cabeza, y estando así las cosas, no había tiempo para
discotecas. Quedaba mucho por hacer.
Continuará...
Leí algunos parrafos a la rápida y me explotó el cerebro. Definitivamente debo volver jjj.
ResponderBorrarTanto tiempo leyedo lemon y aun no se como comentar estos tipos de capitulos :'v ... solo puedo decir que me gusto mucho y que cague de risa con el segundo dibujo y lo del Starcraft xD!!! Lo de Siwon y la travesti es por algo? o solo fui yo la tonta que lo malinterpreta xD!!!
ResponderBorrarGracias por el capitulo y nos leemos en el siguiente^^