—¿Kyuhyun? ¡Kyuhyun! ¿Qué te pasa, hombre? ¿Te sientes bien?
Tras varios llamados y
una ligera sacudida por fin me despierto sobresaltado. Por inercia miro a
Minho, quien es el que llama mi atención, y pestañeando fuerte y rápido trato
de disipar el intenso aletargamiento que me han provocado semejante oleada de emociones
y memorias. Estoy tan azorado que fugazmente olvido que está pasando y dónde
estoy. Miro al que reconozco como el asistente de Minho en cuclillas recogiendo
un celular, mi celular, el cual boté al suelo por alguna razón. Ojalá no esté
roto o Changmin va a ponerse muy fastidioso por semejante maltrato al obsequio de
cumpleaños que me hizo.
“¿Kyuhyun?”
Y de la nada, mi mente
hace ¡Click! Corro veloz el rostro y como si se tratase de pantomima, Sungmin
en persona me mira con la misma expresión pasmada mientras alguien intenta
hacerlo reaccionar. Involuntariamente, suelto un hondo suspiro.
—Carajo…
“Es Sungmin, mi Sungmin”
Digo internamente, y recién procesándolo, me doy cuenta de que lo he repetido
un millón de veces en segundo plano durante este rato.
Lo primero que decodifico
de él son sus cambios. Se ha estirado varios centímetros, su cabello luce más
estilizado y tanto su pecho como sus brazos gozan de un inesperado aumento de
musculatura. Aquel último detalle hace que sus curvas se enmarquen más en el
ajustado traje de negocios que usa y que su belleza incomparable mutara de
tierna a una más sexy y varonil. No obstante, sus ojos oscuros, profundos y
brillosos, eso que destellan y esconden tanto a la vez, todavía son los mismos
y delatan su identidad.
Un intento de risa sale
de mi boca, lo cual se repite en él. Entonces no dudo ni pienso más. Me deshago
del agarre de Minho, eludo a su asistente y camino hacia Sungmin mientras él hace
lo propio. Me siento irrealmente
eufórico, ¿Es esto una alucinación cruel? ¿O de verdad Sungmin está ahora
frente a mí? ¿En serio después de todo lo que vivimos él está tan feliz de
verme como parece? No puedo saberlo tan lejos de él. Necesito ir más rápido,
necesito tocarlo, necesito confirmarlo, necesito…lo necesito.
—Oh, ¿Qué sucede ahí?
Y entre los cuchicheos a
nuestro alrededor y los balbuceos confundidos de Minho, Sungmin y yo nos
fundimos en un abrazo lleno de sentimiento. Entonces lo sé, esto es
absolutamente real.
—¡¿Estoy soñando?! ¡Tiene que ser un sueño!—Exclamo de todos
modos, tratando de espabilar del todo, si bien la calidez de su cuerpo y su
aroma en mi nariz me lo dificultan bastante. Él, desde siempre más hábil para
dominarse, se ríe deshaciendo de a poco el abrazo.
—¿Quieres que te pellizque para comprobarlo? ¿O quizás una
cachetada sirva más?— Bromea con una gran sonrisa, dándome un sonoro apretón de
mano a su vez.
—¡Diablos! ¡Es que han pasado como 1000 años! ¿Có-Có-Cómo has
estado?— Pregunto en otro intento de serenarme.
—¡Bien! Muy bien ¿Y tú? ¿Qué rayos hace el dueño de una compañía
de videojuegos en una convención hotelera? — Me devuelve riendo, su rostro
sigue colorado.
Mi espalda se estremece por
la adrenalínica felicidad que me produce su conocimiento sobre mi compañía,
hasta que pienso en su pregunta. Otro ¡Click! Hace eco en mi cabeza y recuerdo la
información que me pide.
—A-ah, bueno, hace un tiempo fui convencido, o más bien forzado,
por mi amigo Minho para invertir mi fortuna en sus hoteles, así que he venido a
aprender el negocio— Digo sin saber dónde poner los ojos, las manos, todo de
mí— ¿Y tú? ¿Vas a presentar alguna nueva colección?
—No, no— Niega moviendo las manos, como agarrado por sorpresa— Aproveché
la cumbre para cerrar un negocio con un cliente de Hong Kong y conocer nuevos
prospectos.
—Wah, es asombroso— Suspiro mirando sus brillantes ojos— Digo, es…
una feliz coincidencia.
—Lo es…— Responde manteniendo la conexión.
Nos miramos así por
incontables segundos, hermosos y largos segundos reencontrándome con sus lindos
ojos. Sí, de nuevo estoy frente a la criatura más hermosa sobre la faz de la
tierra, y únicamente un pensamiento inquieto en mi mente me hace volver a
hablar.
—¿S-Sabes? Esta convención me está aburriendo un poco y luego no
tengo agenda. Si no te resulta inoportuno, ¿Te gustaría ir a cenar y seguir
hablando y recordando viejos tiempos? Conozco un restaurante muy bueno que está
a unas calles de aquí.
En cuanto termino de
hablar, respiro hondo lo más disimuladamente posible para conservar algo del
control que me queda. Por su parte, Sungmin no oculta su asombro y me observa
fijamente como tratando de encontrar la respuesta en mi rostro. Los segundos
siguen pasando e internamente empiezo a desesperarme ante la posibilidad creciente
de una respuesta negativa.
—E-Está bien, me encantaría— Accede con cierto tono de
incredulidad justo antes de que intentase fingir que mi propuesta era una broma.
Respiro aliviado mientras él vuelve a su sonrisa protocolar— Sin embargo,
necesito un momento. Por la sorpresa dejé tirado a los señores con los que
estaba hablando y se enfadarían mucho si no vuelvo a excusar mi comportamiento.
Ahora vuelvo ¿Ok?
—Ok— Repito viendo como se aleja.
Entonces mi cabeza hace
su tercer ¡Click! Y mis sentidos, activados del todo, dan cuenta de los
curiosos ojos que todavía nos observan. Sin más, vuelvo a mirar a Sungmin.
Camina despreocupado, desprovisto de cualquier vergüenza, y eso le hace
desbordar encanto a tal punto que antes de llegar con los sujetos, la
indignación de estos se ha esfumado por completo. Sonrío con gusto al verlo. Es
libre, todo en su cuerpo lo delata, al fin es libre, y yo también. El
cumplimiento de nuestras promesas está por fin aquí.
—¡Kyuhyun! —Exclama alguien volviendo a tomar mi hombro.
Del sobresalto giro rápidamente y me encuentro con toda la
curiosidad de Minho abordándome.
—Oye, ¿Qué diablos fue eso? ¿Quién es él que lo saludaste con
tanta emoción? —Me pregunta directamente con una mezcla de diversión y
preocupación en su rostro, mientras su asistente me entrega mi celular con
timidez. Yo sonrío.
—¿No lo recuerdas? Es Lee Sungmin, del internado— Le respondo,
haciendo que de inmediato los ojos de mi amigo se abran más allá de su
capacidad.
—¿Estás jodiéndome? ¿Cómo? ¿Él? ¿En serio? —Balbucea con una
expresión boba.
—Él en persona— Confirmo yo asintiendo. Su incredulidad lo lleva
a girar varias veces la cabeza hacia Sungmin— Y si no te importa, quisiera
dejar las clases de hotelería para otro día e ir a cenar con él.
—¿Qué? —Se vuelve a sorprender, deteniendo finalmente su mirada
en mí.
—Continuaremos en otra ocasión— Propongo alegre golpeando su
hombro y dándome la vuelta—Puedes llevarme a un curso con la mismísima Ivana
Trump si quieres.
—¡Espera, espera! — Exclama con fuerza. Esta vez ha dejado de
titubear y su voz es firme y seria. Giro la cabeza y la preocupación es lo
único que veo en su rostro— Después de tanto tiempo… ¿Estás seguro de querer ir
con él? ¿Sa… Sabes lo que estás haciendo?
Con algo de dificultad logro
disimular que ahora soy yo el sorprendido.
Aunque Minho fue alguna
vez el más imprudente, crédulo y chismoso de nosotros, nunca ha sido un tonto.
Durante mi largo periodo de depresión percibí sus inquietantes sospechas sobre
el origen de mi dolor, las que de un día para otro se transformaron en intensas
y escudriñadoras miradas por lo que, supongo, fue una seria charla con Changmin
y Jonghyun. En la actualidad, tanto él como los demás han madurado y las
noticias que llegaron con el tiempo a nuestros oídos han demostrado la
inocencia de Sungmin, no obstante, han mantenido cierta postura recelosa hacía
él las contadas veces que algo lo aludía directa o indirectamente. Es
entendible. Para ellos que no saben ni la décima parte de la verdad, Sungmin es
quien fastidió a uno de sus amigos durante largo tiempo, sea o no un degenerado.
Y bueno, ya va siendo hora de que se enteren de la verdad y que entiendan una
vez más que mi confianza en Sungmin nunca se va a derrumbar por más que ellos
protesten.
—Estoy 100% seguro, pues no hay otra cosa en el mundo que quiera
más que esto— Le respondo con una sonrisa que le impresiona aún más. Sin
reparar en ello, vuelvo a palmear su hombro— Hablaremos otro día, amigo.
Me doy la vuelta y Minho
no dice ninguna palabra más. Yo mantengo mi rumbo y en el camino me encuentro a
Sungmin dirigiéndose hacia mí con cara de haber logrado su cometido.
—Ya está, podemos irnos— Me confirma con una hermosa expresión
de satisfacción.
—¿No he hecho peligrar tus negocios? —Le pregunto bromista en
voz baja.
—No, no, mis negocios están bien—Ríe él, mirando por mi costado—
O al menos lo estarán si hacemos que tu amigo deje de mirarnos como si fuéramos
alienígenas.
—Entonces vámonos— Exclamo tomando su mano y huyendo a paso
rápido a la salida.
Una vez estamos afuera,
lo suelto y nos largamos a reír, él porque parece realmente entretenido con la
situación, yo porque trato de disimular el ataque cardiaco que me da recién
darme cuenta del espectáculo que acabo de perpetuar. Mira que andar corriendo
maricamente de la mano en plena cumbre de magnates hoteleros…
—Sin duda, todavía sabes cómo volver interesante mi vida— Dice
él entre carcajadas, y yo lo miro fijo y rencoroso ¿Qué le voy a hacer? Todo él
revive mis memorias corporales, las que se mandan solas al no haber raciocinio
que las controle y me llevan a actuar como un lunático.
—Cierra la boca, estoy nervioso y sabes que pierdo el control
cuando eso pasa—Me excuso entre risas, en tanto tapo mi rostro con las manos y
me doblo de vergüenza. Él vuelve a carcajear y levantándome la cabeza, paraliza
mi corazón por enésima vez dándome un fuerte abrazo.
—No has cambiado nada— Dice riendo. Me quedo congelado un par de
segundos, luego decido rendirme, beso su sien y lo abrazo con igual intensidad.
—Dios, no sabes cuánto te he extrañado— Le confieso hundiendo mi
rostro en su hombro. Percibo una ligera tensión en su espalda que se disipa lentamente.
—Yo también te extrañé mucho— Responde y por su tono imagino una
sonrisa en su rostro.
Tras el
largo abrazo nos alejamos lentamente, él pone su mano en mi rostro y esta vez sonríe
mirándome a los ojos.
—Ven, llévame a ese
restaurante. Muero de hambre—Me anima, adelantando el paso.
Caminamos por las calles en un alegre y tímido
silencio. El calor de nuestros mimos me ha dejado tembloroso y sin habla.
Maldita sea, siento que voy a explotar en cualquier momento. Pero no, debo
controlarme y ser cuidadoso. Por muy feliz y sanador que sea encontrarlo de
nuevo de una forma amena, yo ya no puedo volver a pretenderlo del mismo modo
que antes. Eso es cosa del pasado y debo entenderlo.
Salgo de mis cavilaciones y me doy cuenta de
que mis pies me han llevado hasta la entrada del restaurante. Saludo al
anfitrión que ya conozco y le pido uno de los cubículos v.i.p del segundo piso.
Rápidamente, él mismo nos guía a nuestro lugar y ya acomodados, con un
chasquido de dedos llama a dos mozos que nos ofrecen el menú, una botella de
buen soju y dos vasos. Los hombres se retiran y nos cierran la puerta apenas
escogemos. Yo tomo los tragos y le ofrezco uno a Sungmin.
—Pues…Salud, por un feliz
reencuentro— Exclamo nervioso. Él sonríe y me recibe el vaso.
—Salud— Responde chocándolo
con el mío.
En cuanto terminamos de beber, los dos
soltamos un unísono jadeo de satisfacción y nos sonreímos por la coincidencia.
Y ninguno habla. Pasan largos segundos en que nos miramos, o más bien, yo lo
admiro embelesado y él me devuelve la mirada divertido.
—¿Qué pasa? — Pregunta
finalmente entrecerrando los ojos, sin poder contener su curiosidad.
—Trato de convencerme de que en
serio estás aquí, y averiguar qué debo hacer al respecto— Le confieso. Él me
vuelve a sonreír, yo corro la vista— Hay muchas cosas que he querido decirte y
preguntarte en todos estos años y ahora que está la oportunidad no sé por cuál
de todas empezar.
—Bueno, tenemos mucho tiempo
por delante— Me calma, sentándose más cerca de mí— Si quieres puedo comenzar yo
con una duda que tengo y darte oportunidad de aclarar tu mente.
—Por favor— Accedo, poniendo
mi brazo detrás de su respaldo. Él piensa un poco sus palabras, con aire
risueño.
—Dime, ¿De verdad Minho te
obligó a invertir en su cadena de hoteles? Conozco un buen abogado si es así—Pregunta
con aire intrigado y bromista. Ambos nos largamos a reír— En serio, ¿Cómo pasó
esto? Nunca imaginé verte en la hotelería, tú te dormías apenas te empezaba a
hablar del tema. Lo único que había en tu mente eran videojuegos— Agrega
incrédulo, mis mejillas arden. No sé si decirle o no sobre lo equivocado de su
comentario.
—No, no, eso es lo que digo
para hacer reír a la gente— Respondo, prefiriendo responder su duda— La versión
oficial y que Minho agradecerá si guardas en secreto, es que su familia tuvo un
embarazoso problema económico relacionado a su padre, quien casi llevó a la
quiebra la cadena en menos de 5 años de inepta administración. La directiva
decidió destituirlo respaldados por el antiguo CEO, el abuelo jubilado de Minho,
y en medio de la desesperación por ser una compañía sin cabeza, mi amigo con 25
años y apenas salido de la universidad tomó el cargo. Yo estaba cosechando mis
primeras grandes ganancias para ese entonces, así que él me buscó, me mostró el
proyecto que tenía para levantarse y al verlo desesperado, no pude dejarlo
tirado. Mucha gente me dijo que estaba loco, que era casi seguro que fracasaría,
pero yo realmente tuve un “sensación” sobre unirme a ese negocio y sin dudar,
le di prácticamente todo el dinero que había ganado y él me cedió el 30% de la
cadena más el derecho de vivir gratis en cualquiera de los hoteles.
—¡Vaya, que arriesgadamente
altruista fuiste! Pero ¿Han pasado 3 años desde entonces y recién estás
involucrándote en el negocio? No lo entiendo— Inquiere con su carita surcada
por la extrañeza.
—Minho tenía el orgullo herido
por la desgracia caída sobre su familia y quería remediarlo él solo, por lo que
dijo que no me preocupara en cuanto a la administración y me relegó a firmas de
documentos importantes, reuniones informativas semestrales y una que otra
consulta a nivel personal—Continúo mirando hacia arriba— Entenderás que estaba
muy preocupado en un principio. Quería ver que mi dinero no estuviera siendo
mal usado y participar en el proyecto para asegurar su éxito, pero no lo
deseaba tanto como estar involucrado al 100% en mi compañía, y como los frutos
de la administración de Minho se vieron rápidamente, al final me rendí. Ahora
los hoteles recuperaron su antiguo esplendor, yo conseguí doblar mi inversión
inicial y el orgullo de Minho está restaurado, es por eso nada más que ahora ha
decidido involucrarme, quiere fanfarronearme su éxito y cuánto sabe de hoteles.
Supiera lo poco que me importa…
Sungmin se aleja para dejar salir una sonora
carcajada.
—Ya veo. Es una lástima que no
se pueda saber públicamente, a él lo deja muy bien posicionado como empresario
y a ti como amigo. Al menos terminó bien y es lo que importa— Resuelve una vez
ha dejado de reírse.
Un segundo después, el anfitrión golpea
nuestra puerta anunciando su entrada y la abre rápidamente, dejando pasar a 3
meseros en fila india que nos dejan un apetitoso banquete en la mesa. Sus
miradas extrañadas nos fulminan al notar la cercanía entre Sungmin y yo considerando
la amplitud del sillón en el que nos encontramos, más nada hacen y nosotros respondemos
de la misma forma. Nos sirven más soju
en los vasos, el anfitrión nos dice que les llamemos ante cualquier cosa y se
retiran con igual solemnidad. En cuanto cierran, con Sungmin volvemos a brindar
y nos bebemos los tragos. El delicioso olor de la comida me llama a surtir mi
plato de verduras y carne, y a pesar de que los segundos avanzan y ya he
terminado de echarme una buena porción, no percibo movimiento a mi lado.
Levanto la cabeza y veo a Sungmin mirar fijamente la puerta con una sonrisa.
—¿Perdiste el apetito? —Pregunto
irguiéndome. Él niega con la cabeza riendo bajito.
—No, es que… ellos son muy
dedicados y teatrales en su atención… me han recordado a aquellas personas que
nos sirvieron en aquel restaurante cuando fuimos a Hokkaido— Explica con aire
distraído. Luego de unos segundos, gira hacia mí y me mira con intensidad—
¿Puedes creerlo, Kyuhyun? ¿Qué alguna vez hace 10 años estuvimos unidos de una
forma tan intensa?
Por poco logro contener el asombro en mi
rostro, sin embargo, la adrenalina corre por todas mis venas.
—¡Claro que lo creo! ¡Sucedió!—
Exclamo algo sonrojado— Estar contigo…me ayudó a abrir los ojos y salir de la
burbuja protectora de niño rico en la que estaba envuelto. Pude sentirme como
un humano por primera vez en la vida y crecer como tal, y no creo que hubiera conseguido
todo lo que tengo ahora sin tu presencia en el internado.
Él me mira perplejo varios segundos, luego
sonríe.
—Tienes razón— Acepta con voz
suave— Yo también crecí y cambié mucho a tu lado. En realidad, ¿Quién no lo
haría con todas los errores e idioteces que cometimos en el proceso?
Reímos levemente.
—Sí, todos esos desastres y
éxitos fueron vitales, por eso siempre estaré agradecido de haber hecho el
acuerdo contigo y luego rectificarlo siendo tu novio. Es sin duda lo mejor que
me ha pasado en la vida— Agrego mirándolo.
Esta vez él se sorprende enormemente y no
logra esconder ni su impacto ni el ligero sonrojo en sus mejillas. Estaría
aprovechando de reírme de él si yo no me viera afectado también por mis propias
palabras subiéndoseme todos los colores a la cara.
Antes de intentar retractarme torpemente, él
vuelve a sonreír por milésima vez y la calma regresa a mi cuerpo.
—Éramos novios ¿Verdad? —
Pregunta retóricamente con un tono tímido y melancólico— Nunca lo dijimos…
—Bueno… Estábamos ocupados en
otras cosas— Argumento corriendo la vista para esconder mi todavía rojo rostro.
Él se ríe igual de abrumado.
—Sí, es cierto— Concede con
los ojos cerrados. De repente, respira fuerte, abre los ojos y me mira ya
calmado— ¿Empezamos a comer?
Por unos cuantos minutos nos servimos en
silencio, sin que el apetito tenido hace unos momentos vuelva. No dejo de
pensar en lo que acabamos de hablar. Este es el momento de decírselo, no lo
puedo dejar pasar.
—Todos estos años… he querido
pedirte que me perdones— Digo con voz baja y la cabeza gacha. Por el rabillo
del ojo lo veo frenar y ponerme atención— A pesar de que tuviste la amabilidad
de echarnos culpas iguales por todos los errores cometidos en nuestro tiempo
juntos, sé bien que la gran mayoría de ellos fueron provocados por mí y te causaron
malestares físicos y psicológicos enormes y mucho mayores a los que yo sufrí. Aclaro
que nunca pretendí hacerlo, todo lo contrario, deseaba con todas mis fuerzas
que fuéramos felices mientras estuviéramos juntos, más para un mocoso cobarde,
egoísta y profundamente ignorante como lo era yo, esos deseos no estaban al
alcance de mi realidad. Espero puedas comprenderlo, perdonarme y que quizás, si
quieres…podamos ser amigos de aquí en adelante y pueda compensarte.
Sungmin me observa estoico de principio a fin.
Unos segundos después, empieza lentamente a masticar y gira la cabeza hacia
adelante.
—La amistad te la acepto, las
disculpas no— Contesta determinante, sin enfado o reproche en su tono. Yo lo
miro extrañado, no esperando para nada dicha reacción.
—E-Esto…— Tartamudeo. Él
vuelve a mirarme con una sonrisa tierna y me pellizca fuerte la mejilla.
—No digas tonterías. Éramos
niños y estábamos en el peor lugar del mundo, no puedes culparte por todos los
errores que cometiste. Es como si alguien culpara a un bebé por embarrarse de
papilla mientras aprende a comer— De repente, me suelta y se echa más carne a
su pocillo—Además yo también era muy estúpido. A veces podía adivinar que ibas
a hacer o pensar algo que nos haría sufrir y era tan condescendiente y cobarde
que no hacía nada. Nunca fui capaz de confrontarte…hasta el último día— Se
detiene un momento y suspira con ánimo renovado— No obstante, creo que di lo
mejor de mí en ese momento de mi vida, y también tú. En breves periodos,
pudimos hacernos muy felices el uno al otro ¿O me equivoco?
—No, es cierto— Le concedo
mirando al piso ensimismado.
La opresión en mi interior apenas baja, pero
que me diga eso y me brinde la oportunidad de estar con él y compensarle se
siente tan bien como ser perdonado. El alivio llena mi pecho. Al menos por hoy
no lo he perdido, aunque no tenga oportunidades no lo he perdido de nuevo.
Tomándome desprevenido, el me levanta el
mentón con una mano.
—¿Algo más? — Pregunta con
expresión divertida.
—¿Eh? —Me extraño. Él me
suelta y se endereza.
—Dijiste que hay otras cosas
que deseas decirme, y yo quiero que las digas todas y decirte todo lo que
quieras saber. Ya no hay nada amenazándonos por la espalda, esta es la noche
para hablar al fin de todo aquello que siempre temimos decirnos, y sé que tú lo
crees también.
Yo lo miro fijamente unos segundos y al
detectar la convicción en sus ojos, sonrío y miro al frente. Viene a mí una
gran tentación por decirle mi mayor secreto, ese que siempre me aterró tanto.
No, que esté la oportunidad no significa que el momento sea el adecuado. Inhalo
hondo y decido continuar con lo que ya tenía planeado decirle.
—Estuve… mucho tiempo, realmente
mal…queriendo mandar todo al diablo, incluso a mi padre, mi familia y mi sueño…
todo para ir a buscarte…
Sungmin me mira en silencio por un rato con
los ojos brillosos, se sirve un poco de soju y finalmente sube las piernas al
sillón sin importarle arrugar su traje.
—Yo también estuve varios años
deseando fugarme de la universidad y tomar el primer avión que me llevara
contigo— Me confiesa con una sonrisa triste, tomando otro sorbo de su trago.
—Pero no lo hice, incluso
cuando me volví independiente y era libre de buscarte— Digo con pena.
—Y yo tampoco— Reafirma él con
el mismo tono.
—¿Qué… te lo impidió? —Me
animo medroso. Vuelve con fuerza el miedo a confirmar aquello que oí hace años,
aquello que creía asimilado y superado. Mis piernas tiemblan del horror que veo
venir.
—¿Podrías ser tú quien lo diga
primero? — Me pide vacilante, como si su respuesta dependiera de lo que yo voy
a decirle. Que esté inseguro de hablarme sobre sus razones da más fuerza a mis
terrores. Respiro hondo, debo tranquilizarme.
—Bueno… Supongo que a veces
las cosas no se dan como las habías contemplado—Confieso con voz baja— Fue hace
más de 2 años que recién conseguí la completa libertad de buscarte, o sea, 8 años
después de separarnos. Era libre de ir por ti, pero mi tristeza había disminuido
a un melancólico recuerdo ocasional y tras tanto tiempo lejos, habiendo
cambiado tanto, sentí que ya no tenía sentido escarbar en el pasado. Entre
conformarse con una vida tranquila a arriesgarme de nuevo a todo ese dolor, la
primera opción se veía mejor. Además, creí que mi reaparición en tu vida sería
un estorbo, pues por casualidad… tiempo antes…me llegaron noticias sobre ti…
—Ah…—Suspira él con una
sonrisa extraña y mirando al frente, entendiendo a qué me refiero. Toma aire
para hablar, yo aprieto el estómago para no sentir— Entonces supiste sobre mi
matrimonio.
Ahí está.
—Es algo raro, nunca creí que
te casarías…tan joven…—Digo como excusa por mi aturdimiento, sintiéndome lacerado
por el potente auto control que ejerzo sobre mí mismo para no hacer una
patética escena—Pero, felicidades.
—¿Felicidades? ¿Por qué?
—Pregunta mirándome otra vez. Esta vez su sonrisa divertida es sincera.
—Por tu boda, claro— Evidencio
extrañado por su reacción— Por haber encontrado a tu compañera de vida.
Sungmin se larga a reír
sonoramente. Su semblante alicaído ahora luce renovado.
—No entiendo, ¿Qué es tan
gracioso? — Inquiero incrédulo, casi ofendido. Él me mira con ternura.
—Pensé que lo sabías y por eso
me mirabas con cara de estar en un campo minado—Comenta entre sus últimas
risas, luego respira y vuelve a bajar las piernas— Me divorcié, Kyuhyun. Fueron 6 meses de matrimonio y ya van poco
más de 2 años de divorcio.
Y así de fácil mi coraza se
cae. Pongo la expresión más tonta de sorpresa y empiezo a boquear cosas sin
sentido, no sabiendo cómo reaccionar, qué decir, qué pensar. Obviamente, el no
resiste reírse de nuevo.
Tanto tiempo en busca de resignación para recibir
tal noticia ¿Qué sucede? ¿Qué es esto?
—¿Có-Cómo que te divorciaste?
— Es la primera coherencia que logro articular con muy poca compostura— Yo-yo-yo
vi la noticia en una revista de economía. Se veían felices en la foto, el
artículo aseguraba que eran felices ¡Decía que se amaban!
—Claro que no—Niega él
rotundamente con aspavientos— Esos artículos se enviaron a hacer para darme una
buena imagen ya que estaría más involucrado en el negocio familiar. La verdad
es que ella me detestaba y nuestro matrimonio fue un infierno. Nos pudimos
llevar bien únicamente luego de separarnos.
—¿Qué? —Mi histeria frena en
seco y lo miro incrédulo mientras mastica tranquilamente una porción de carne— Entonces…
Entonces, ¿Por qué te casaste?
—Porque mi padre lo ordenó,
claro— Responde luego de tragar. Sus ojos se pierden en la alfombra y mis
brazos caen laxos a mis costados.
—¿Fue…?
—Un matrimonio arreglado, sí— Asiente
él.
—Es una locura ¿Algo así en
nuestros tiempos? — Pregunto, incapaz de creerlo. Él ríe fugazmente.
—Tú eres afortunado y no has
tenido que verlo, pero en el círculo ultra conservador de mi padre todavía se hacen
cosas de ese estilo— Explica ofreciéndome un poco de kimchi con sus palillos.
—¿Y por qué no te negaste a
hacerlo? Creo que con las explicaciones y la insistencia correspondiente
hubieras logrado hacerle cambiar de opinión— Digo aceptando lo que me ofrece por
pura inercia.
Él vuelve a perder la mirada en la nada.
—Yo… casi no te hablé de mi
padre en el pasado ¿Verdad? —Dice por fin y algo en su tono me alerta— Él era…
como si el internado fuera una persona: Un hombre rígido, intransigente y
controlador. Le gustaba que todo fuera como lo deseaba y para conseguirlo tenía
una asombrosa habilidad en lo referente a la tortura y la manipulación
psicológica. Te va a sonar a novela barata, más nunca hizo falta que nos
golpeara, pues con su siniestra tranquilidad, su labia amenazadoramente
persuasiva y sus duros gestos corporales, desde el nacimiento nos condicionó a
mi hermano y a mí para temerle más que a nada en el mundo y jamás desobedecerle.
Ayudaba en ese miedo que nunca vimos ser vivo capaz de contrariarlo, y que
todos, incluyéndonos, veíamos destruidas nuestras opciones en menos de un
minuto de charla con él y eliminado cualquier coraje al ver los ojos más
terribles que ha habido en la tierra, los cuales parecían escudriñar en lo más
profundo de tu alma. Hasta la adultez, temblábamos cuando los ponía en nosotros
y que nos juzgase con la mirada era nuestra mayor pesadilla, así que como
habrás imaginado, jamás le dijimos que no a nada que él nos ordenara… hasta mi
divorcio, claro.
Una vez termina de hablar, yo no soy capaz de
formular palabra alguna. Mi mente se ve colapsada por las revelaciones hechas y
la forma en que han sido descritas. Trato de serenarme y por fin vuelvo a
reaccionar.
—Sungmin, no quiero que
pienses que soy insensible ante todo lo que has dicho, pero hay algo que
necesito aclarar antes— Digo con voz rápida y expresión azorada— La forma en
que has hablado de tu padre… él… acaso… ¿Falleció?
Sungmin me muestra una sonrisa triste antes de
asentir.
—Así es— Obvia, y mis ganas de
abrazarlo son tan fuertes que la única forma de calmarlas es envolviendo sus
manos en las mías— Murió pocas semanas después de mi divorcio. Tenía un cáncer
pancreático terminal que ocultó de todo el mundo.
—Oh Dios, no sabes cuánto lo
lamento. Debió ser duro incluso si no tenían una buena relación— Le expreso sinceramente.
Él suspira y mira hacia el frente.
—Yo no sé si habría que
lamentarlo—Dice algo vacilante. Yo me sorprendo, aunque no soy capaz de
culparlo por pensar así— Su muerte trajo cambios positivos a muchas vidas,
incluyendo la mía, y por lo que posteriormente me confesó mi madre, falleció luego
de haber conseguido su última y más importante meta. Incluso diría que su
cuerpo luchó para extender su esperanza de vida y asegurarse de cumplirla.
—¿Y… cuál era esa meta? —Pregunto
tímido.
—Que yo consiguiera el valor
para enfrentarme a él—Dice con los ojos cerrados, bebiendo otro sorbo de soju.
Yo lo miro perplejo, luego fijo la vista el suelo y pienso un poco. Mi corazón
se siente apretado.
—¿Y tanto te hirió ese
matrimonio que te viste obligado a enfrentar a quien más temías en el mundo?—
Inquiero. Sungmin abre los ojos, deja el vaso en la mesa y palmea mis manos
como intentando destensarme.
—El matrimonio en sí no me
golpeó tanto, después de todo ya era asiduo a doblegarme ante los caprichos de
mi padre, y en ese punto sentía mi vida y todas mis opciones arruinadas. No
esperaba nada para mi futuro que lo dispuesto por él. Lo que en realidad me
partió el alma y me obligó a enfrentarle fue darme cuenta que esta vez lo que
me estaba ordenando no sólo afectaría mi bienestar, sino también el de alguien que
no tenía ninguna complicidad o culpa en el juego enfermo entre mi padre y yo.
—Tu esposa…— Infiero en un
susurro.
—Exacto— Confirma sonriendo—Joohyun…
es una chica brillante ¿Sabes? Tiene 150 puntos de CI y a sus 21 años había
leído ya más 2.000 libros, y siempre ambicionó al nivel de su desempeño. Quería
ir al Politécnico de Zúrich y ser una versión exitosa y feliz de Mileva Maric,
no ser la sonriente y silenciosa esposa-adorno de un ricachón— Sungmin ríe
divertido y con cierta nostalgia— El problema es que, como supondrás, el
control de su vida lo tenían unos de los seres más ineptos y codiciosos que he
conocido: Sus padres. Imagina como fue para ella saber que después de toda una
vida tratando de demostrarles el potencial humanitario de permitirle explotar
su genialidad, ellos nunca hayan dejado de verla como una mera conexión hacia
nuevos negocios y riquezas, degradando su inteligencia a sólo un plus para atraer
un nuero con mejor “linaje” y fortuna.
—De seguro no le gustó nada…—
Respondo yo tratando de imaginar la situación.
—¡Se volvió loca, Kyuhyun! —Enfatiza
con fuerza—Perdió toda la paciencia y compostura que mantuvo heroicamente su
vida entera y luchó con garras y dientes por la libertad de escoger su futuro. Primero
trató con argumentos, buscando y discutiendo con toda persona que fuera capaz
de detener “Esta insultante y troglodita locura”,
como gritó alguna vez. Luego intentó sabotear el matrimonio ventilando vergonzosos
secretos familiares por internet, pero la apartaron a tiempo de cualquier medio
de comunicación con el mundo y los empleados de su padre se encargaron de que
todo desapareciera sin dejar rastro. Finalmente, ya poseída por la desesperación
y viendo que nada resultaba, trató de fugarse incontables veces, y era tan
hábil e ingeniosa que obligó al contingente de seguridad destinado a ella a
estar constantemente mejorando sus sistemas de vigilancia por cada nuevo plan
de escape que se le ocurría.
Él vuelve a reír mientras se acerca nuevamente
su vaso a la boca.
—Es curioso como contar ese
pasado ahora me resulta gracioso cuando en cambio vivirlo fue una pesadilla. Verla
gritar, llorar, ser abofeteada por su padre o suplicarme por apoyo me resultaba
espantoso, y no porque los actos en sí fueran desagradables, que lo eran, sino
porque me recordaba a cada instante lo imbécil que era yo—Sungmin suspira y
aprieta mi mano— Joohyun no tenía posibilidades de cambiar su futuro por sí
misma, y creo que lo sabía, pero era tan segura de sí misma, de sus creencias,
y era tan valiente y obstinada, que hacía oídos sordos a su lado lógico y a
todos sus miedos, y daba de sí todo en bien de hacer posible lo imposible,
porque sabía que era lo correcto. Era admirable, y eso hacía que me odiara
enormemente a mí mismo. Yo tenía la opción de decir “No” y frenar este
matrimonio, yo podía acabar con nuestra infelicidad, habían miles de fantasías
perfectamente plausibles en mi cabeza que podía utilizar para ello, no
obstante, anteponía el miedo de ser desaprobado por mi padre a cualquier cosa
que yo quisiera, y como todas las veces anteriores me mantuve temblando en
silencio como un cobarde, y si no era eso suficientemente despreciable, lo era
que la dejaba a ella, cuya vida y motivaciones valían más que las mías,
desgastándose en cuerpo y alma por algo que nunca iba a poder resolver por sí
misma.
—¿Y qué pasó luego? —
Pregunto, bastante turbado ante sus revelaciones y la dureza que tiene para sí
mismo.
—La realidad derrotó a Joohyun
y todo se volvió peor —Responde con otro suspiro— Su padre se cansó y acabó el
asunto de la forma más vil, dejando claro que aquello que más le importaba en
la vida no era ni su familia ni sus hijos. Le juró que si no se casaba conmigo,
la encerraría de por vida en un sanatorio mental y sacaría al menor de sus hijos
del conservatorio de artes en que se encontraba. A ella el psiquiátrico no le
significó gran cosa, fácilmente después de un tiempo habría hallado la forma de
escaparse. Lo que la destruyó fue ver implicado a su hermano, la luz de sus
ojos, y al que hacer feliz había sido su único éxito ante sus padres. Ella no
podría vivir si destruía el sueño de su ser más amado, así que apenas peleando
un poco más, de rodillas selló su rendición con la impotencia más grande. Se
presentó en la boda casi catatónica, más dócil que nunca, y nos casamos sin que
se rompiera ni una sola taza. Verla así fue un golpe duro para mí. Me di cuenta
de que prefería un millón de veces que estuviera enloquecidamente furiosa, a
verla estoica, muda y con los ojos apagados. Su rabia y su lucha significaban
que aún podía haber algo que salvar, que quizás existía una posibilidad entre
un millón de que nuestras vidas pudieran ser felices después de todo, y si ella
no peleaba significaba que ya no era así, que ellos habían ganado, que yo había
contribuido en tal triunfo y que ya no había vuelta atrás. Y yo no podía
soportar esa certeza, menos cuando se veía tan clara en ella.
Sungmin se detiene para tragar saliva y lo que
parece una gran angustia. Yo acaricio sus manos recordándole una vez más mi
presencia.
—Una vez llegamos a la que
sería nuestra casa, por más que intenté distraerla, mimarla y hasta conquistar
su amor, todo fue inútil. Desde que pisó el lugar no fui capaz de conseguir que
comiera o durmiera adecuadamente, y olvidó todas sus actividades acostumbradas,
para limitarse a deambular por la casa como un fantasma y a mirar la nada por
los ventanales. Empezó a perder brillo y color en todo el cuerpo, bajó
peligrosamente de peso y enfermaba con frecuencia. También perdió la cordura.
Sólo se hablaba a sí misma en susurros inaudibles y de repente tenía momentos
en que se desorientaba al punto de no saber cómo había llegado de un lado a
otro o en qué momento se había hecho de noche. La mantuve por eso bajo la más
estricta vigilancia y cuidado de mis sirvientes, pero todo era en vano pues
ella era un cascarón vacío. Su alma se había ido al no poder soportar la pena
de renunciar a su libertad, y el cuerpo que había quedado atrás se marchitaba lentamente.
Ella estaba yendo directo a la tumba, Kyuhyun— Su voz afectada se rompe, así
que respira un poco y vuelve a tomar rumbo—¿Cómo podría vivir yo con eso? Tal
vez estaba bien para mi padre, incluso para el padre de Joohyun, el precio por
ser rico y poderoso, pero para mí no era así, aquello no valía que ella pereciera
de esa forma, y ni aunque hubiera podido soportarlo lo valía ¿De qué sirve el
dinero y el poder si no eres libre de usarlo para tu felicidad teniendo a la
vez la conciencia limpia? ¿De qué sirve la aprobación de tu padre si eso te
vuelve miserable en tantas formas? Dichos pensamientos me hicieron recapacitar
como nunca en la vida y contemplar seriamente mi independización, sin embargo,
faltaba un poco más de tormento antes que yo pudiera sobreponerme
definitivamente a mis miedos.
—¿Qué podría ser peor que lo
que ya estabas viviendo? — Pregunto con la boca seca, sintiendo una gran
compasión por Sungmin y por aquella pobre chica.
—Unos 5 meses después de que
nos casamos, nuestros padres se presentaron en nuestra casa e indiferentes al
aura de agonía e infelicidad en el lugar, dijeron con toda tranquilidad que ya
era hora de que tuviéramos un hijo— Respondió con más energía, impulsado por su
indignación ante sus propias palabras. Mi cuerpo se paralizó de espanto— ¡Un
hijo! Imaginarás como me habré puesto de enfermo yo también, porque un hijo lo
cambiaba todo. Los matrimonios pueden disolverse, un hijo no, y un bebé nuestro
significaba establecer inalterablemente dos cosas que quería evitar con todo mi
ser: Acabar definitivamente con mis esperanzas de volver a verte en las
condiciones que acordamos alguna vez, y traer una vida al mundo para extinguir
otra, o sea, la de Joohyun. No sabía cómo podría volver a mirarme al espejo si
conseguía embarazarla, y de todas formas, aunque ya tenía todos los planes
ideados para rebelarme, ese pánico condicionado en mi interior me arrastró por
un breve tiempo a hacer los intentos. La rigidez estoica de Joohyun durante el
acto y como después se iba a llorar al patio son imágenes que me costaron mucho
tiempo quitar de mi cabeza, y la que nunca me quitaré fue esa que puso su
definitivo fin a mi vacilación. Una noche después de otro horrible intento,
decidí seguirla hasta el patio y velar que no se estuviera haciendo daño,
cuando me di cuenta de que llorar no era lo único que hacía. La vi retirar con
rápida torpeza un rollo de pasto y desenterrar un frasco de anticonceptivos del
cual sacó 3 pastillas que se tragó con implacable ahínco. “Incluso si me cuesta la vida, no traeré a un hijo al mundo para que
estos locos lo destruyan como a mí” Repetía frenéticamente en un mar de
lágrimas, y entonces supe que no podía aguantar más.
Sungmin necesita respirar una vez más, y esta
vez parece conseguir la energía que estaba buscando pues se yergue firme.
—En ese mismo instante me
vestí, le pedí a las sirvientas que la prepararan a ella junto con todo su
equipaje, y luego me la llevé al aeropuerto donde le compré un par de
emparedados, un celular, un pasaje de avión a Suiza y además le di 10,000,000
wons en dólares. Una vez volví al auto, le entregué todo y vi la interrogante
en sus ojos sin brillo, le dije: “Hoy es
nuestro día de suerte, vamos a separarnos, pero en cuanto se sepa, las cosas
van a ponerse feas, así que necesito que te vayas y te mantengas oculta hasta
que yo te contacte. No debes preocuparte por tu hermano ni por ti. En caso de
que salga todo mal, yo me encargaré del bienestar de ambos, y por favor…
perdóname por todo lo que te he hecho pasar”. A ella le costó varios
segundos reaccionar, pero en cuanto se dio cuenta de que le estaba hablando en
serio, empezó lentamente a gimotear hasta derrumbarse sobre mí en un llanto
desconsolado y en palabras ahogadas de agradecimiento. Vi su alma volver a
través del brillo reviviendo en sus ojos y en la primera sonrisa sincera que me
mostró. Me estaba perdonando, en ese momento y así de fácil, y entendí que,
como muchas personas que habían sufrido más de lo que corresponde para una
vida, ella hace rato había dejado atrás el rencor, el deseo de venganza y
cualquier tipo de ira, y solamente podía pensar en el momento en que se librara
de su sufrimiento. Ahora que lo había conseguido, a ella no le importaba nada
más que disfrutar lo tan anhelado. En ese instante perdí finalmente toda la
compostura, y entre lágrimas, necesité hacerle entender que yo nunca había querido
ser partícipe de la extensión de sus males ni de todo el daño que nos causé al
consentir ese matrimonio. Le confesé todo: Que fue el temor a mi padre y nada
más lo que había motivado mis acciones, y que nunca tuve la intención de volver
a alguien tan infeliz como lo era yo. Le dije sobre la crianza que había
recibido de él, del temor patológico que tenía a su desaprobación, de cómo
había terminado en el internado sufriendo horribles males sólo para darle
gusto, y también de cuando conocí la felicidad al encontrarte y cómo
dolorosamente había tenido que dejarte atrás para seguir cumpliendo sus
expectativas…
Mi corazón late con fuerza y mi rostro
enrojece por mil emociones mezcladas, por suerte el parece demasiado centrado
en su relato como para notarlo.
— Conmocionada tras oírme
hablar, lloró, esta vez por mí, y me pidió perdón por haberse dejado llevar por
la ira y no notar que yo era un títere más en su pesadilla, y en agradecimiento
por mi sacrificio, dijo que me pagaría por el resto de su vida con su amistad
incondicional y la garantía de que nadie sabría lo que yo le había confesado —Continúa
con una pequeña sonrisa, notablemente más tranquilo— “Ahora que te has dado cuenta que dejarte dominar por tus temores sólo
te traerá insatisfacción el resto de tu vida, debes hacerles frente y buscar tu
felicidad, Lee Sungmin” Fue lo último que me dijo con una maravillosa
sonrisa ya parados en la fila de abordaje. Luego me dio un beso en la mejilla,
el único por voluntad propia que me dio en todo nuestro matrimonio, y
desapareció por el túnel que la llevaría a su libertad.
Sungmin
hace una pausa para serenarse. Rápidamente, suelto sus manos y nos sirvo soju a
ambos, el cuál el recibe con semblante agradecido.
Un destello de orgullo aparece en su mirada
perdida en recuerdos, uno que rápidamente desaparece al cambiar su gesto.
—Fueron las palabras de ella y
su burbujeante dicha y gratitud las que impidieron que me derrumbara por el
pánico y me impulsaron horas después a presentarme en la oficina de mi padre.
Sus ojos me atacaron de inmediato al ver mi apariencia, y al revelarle
tembloroso lo que había decidido, el asesino gesto de su rostro casi me hizo
vomitar y desmayarme al mismo tiempo. Vi
su temple esfumarse por primera vez en la vida cuando indignado se levantó al
ver que no obedecía sus repetidos mandatos de ir a casa a asearme y olvidar las
tonterías que estaba diciendo. “¿Te das
cuenta de que tus caprichosas rebeldías pueden acabar con nuestro prestigio? Yo
soy tanto el jefe de esta compañía como tu padre y te prohíbo divorciarte. No
está sujeto a debate, vas a hacer lo que yo te diga” Me dijo con la voz
alzada y la incomodidad deformando su rostro. Yo apenas podía sostenerme, sentía
que estaba en el infierno, y de todos modos me animé a responderle lo que tanto
había ensayado en la madrugada: “Es
cierto que usted es el dueño de esta empresa y mi padre, más eso no lo hace dueño
mío o de mi esposa, y ser mi padre no le da el derecho a exigirnos vivir en un
matrimonio sin felicidad y amor. No voy a seguir alejándome de lo que quiero en
la vida para darle en el gusto, padre, quiero la libertad de elegir lo que me
parezca mejor para mí, y si ciertas decisiones sobre mi vida molestan a algunos
de nuestros socios, yo recomendaría cortar lazos con dichas personas porque su
interés mal dirigido no servirá para el crecimiento de nuestra compañía, así
como recomendaría destituirlo a usted si siente la misma clase de malestar”.
Recuerdo con tal viveza ese momento puesto que furioso, se acercó a mí y me
atacó como nunca en la vida: Me miró de frente y luego de arriba abajo, con el
desagrado más grande que alguien pueda proyectar con su rostro. En mi mente reviví
la pesadilla más grande que tuve de niño, que detrás de esa expresión se
hallaba un demonio que enloquecería y me mataría a la primera provocación de su
ira. Los segundos que me miró fueron interminables, sentía como si absorbiese
mi energía y estuviera descubriendo en el proceso todos mis secretos. No sabes
el miedo que tenía, Kyuhyun, no entendía como alguien que se alimentaba así del
miedo podía ser mi padre. Finalmente, se hartó de torturarme, cerró los ojos y
suspiró fuerte. “Más vale que no te
arrepientas ni equivoques, pues ya no estaré para guiarte” Concluyó y acto
seguido abandonó con calma la oficina mientras yo me dejaba caer en el suelo
dando rienda suelta a todos los espasmos y sollozos que estaba conteniendo.
Otra vez luciendo
descompuesto, Sungmin respira hondo y vuelve a acomodar su mano en las mías.
—Después de ese día, creí que me desheredaría
y se encargaría de destruirme— Continúa—Nada de eso pasó. Al día siguiente me
presenté tentativamente en la oficina a ver qué me esperaba por haber
confrontado sin armas a mi mayor demonio, e increíblemente, todos me trataron
igual que siempre, incluso mi papeleo era el mismo que había dejado la última
vez. Todo estaba como si nada hubiese pasado. Lo único distinto fue que mi
padre no se presentó ni ese día ni en los venideros. Su inasistencia había sido
avisada sin ofrecer explicación alguna y por tal, todos sus empleados directos
empezaron a preguntarme al respecto. Les dije que compartía la confusión y
tampoco había recibido información de su parte, pero esa explicación les satisfacía
tan poco como a mí, así que a pesar de horrorizarme la idea de volver a verlo a
tan poco tiempo de nuestro quiebre, 3 semanas después me animé a visitarle. Mi
madre me abrió la puerta ese día y tuve enseguida un mal augurio al ver sus
ojos vidriosos pasar de la angustia al alivio cuando me vio, y sin decir nada,
me llevó hasta su dormitorio. Ahí se encontraba el abogado y el médico
familiar, los eternos confidentes de mi padre, y él en cuestión, reposando en
su cama, agonizante, deshecho, convertido al fin en humano. Lo vi en el
destello de sus ojos que apareció tan fugaz como desapareció mientras sus
párpados se cerraban para siempre por más que el doctor intentara reanimarlo.
Era inútil, él había fallecido liberándome del miedo que siempre le tuve con los
mismos ojos que lo provocaban. Entenderás que después de ese nada esperado
shock, me fue explicado todo aquello que sólo las 4 personas ahí habían sabido:
El cáncer, los planes de mi padre, la paz con la que se había ido, y lo más
sorprendente, su decisión final de heredarme absolutamente todo a mí —Sungmin
ríe levemente con ironía, y yo no hago otra cosa que ensimismarme más y más
mientras escucho— Mi madre, mi hermano, sus socios, sus negocios y todas sus
posesiones materiales son mencionadas en el testamento como seres o cosas cuyos
futuros están sujetos a mi exclusivo criterio. En otras palabras, había sido
elegido su sucesor, un siguiente él. Que sus exigencias cada año pasaran límite
tras límite hasta que yo sintiera la necesidad de imponer mi voluntad ante él, siempre
había sido parte del plan para llegar a ese momento. Todo había estado
calculado ¿Puedes creerlo?
Yo guardo silencio ante la necesidad de
digerir la información. Sungmin entiende y con su mano libre toma un poco de
kimchi. Dirijo medrosamente mi mirada hacia él. Luce compuesto otra vez y me
sonríe levemente para confirmármelo.
—¿Y qué pasó después? —
Pregunto al fin, tratando de parecer igual de tranquilo. Él suspira.
—Bueno, sé que dije hace un
rato que el deceso de mi padre nos trajo mucha tranquilidad y un nuevo comienzo
a quienes habíamos vivido bajo su mando, pero no me creas desalmado o algo así.
Claro que de todas formas el suceso me afectó muchísimo, y sumada todas esas
revelaciones de golpe, necesité tomar unas largas vacaciones, las cuales dividí
entre meditaciones solitarias y asesoramiento psicológico para ordenar mis
ideas y ser guiado a las decisiones correctas. Pensé mucho, analicé mi vida,
todas sus cosas buenas y malas. Reflexioné una vez más sobre la crianza que
recibí, y de repente me vi comparándola con la tuya, y en las razones de tu
obediencia y la mía— Revela mirándome fijamente a los ojos. Mi corazón vuelve a
exaltarte— Tu motivación no era sólo el amor hacia tu padre, también lo era la
certeza que tenías de su buen juicio y lo integro de sus acciones y mandatos.
Veías sensatez en él y te guiabas por ella, resultando en la docilidad con la
que doblegabas tu voluntad ante la suya. Al contrario, yo era empujado por el
miedo, sin tener realmente en buen concepto muchas de las acciones y
pensamientos de mi padre. Detestaba su idea de una familia perfecta y su
desalmado y arcaico estilo de crianza. Lo detestaba a él y tener que verlo a la
cara, prueba de ello es que no noté los síntomas del cáncer reflejados en su
apariencia hasta que tiempo después vi fotos suyas de sus últimos meses. La
única distinción que le atribuía era haberme heredado todo, porque me di
cuenta: Yo, teniendo ahora el poder, podría arreglar cada cosa arruinada,
incluida mi vida. No importaba que tan conmovida hubiera sonado mi madre al explicarme
los motivos de mi padre, era sin duda lo más estúpido que había oído en mi
vida. Había maneras 1000 veces mejores de volvernos a Sungjin y a mí tan
capaces como lo éramos en ese momento, sin ser necesario privarnos de afectos y
reconocimientos como él había hecho. Fue ahí cuando acabé mi descanso y me puse
manos a la obra.
—¿Y qué hiciste? —Intervengo
ansioso de oírlo.
Él cierra sus ojos, respira y al mirarme de
nuevo, vuelve a sonreír con el mismo encanto y confianza de los primeros
instantes de nuestro reencuentro.
—Todo, Kyuhyun—Responde con
los ojos brillosos— Primero resolví lo de Joohyun. Sus padres, que no se dieron
cuenta de su ausencia hasta que yo se las mencioné, se encolerizaron al saberse
burlados y estaban decididos a buscarla en cada rincón del globo. Sus intentos
frenaron cuando los amenacé de cortar todos nuestros negocios y arruinarles su
reputación a cada lado que fueran si no la dejaban en paz. Negocié la libertad
de Joohyun asegurando que nuestro divorcio se llevaría a cabo bajo máxima
discreción y me haría cargo de ella hasta que pudiera valerse por sí misma, de
modo que no necesitaran darle ninguna ayuda o atención aparte de los documentos
necesarios para que pudiera ingresar al politécnico de Zúrich. La disputa fue
larguísima, pero la codicia los venció y terminaron accediendo a regañadientes.
Mientras pasaba eso, vendí todas las frías propiedades familiares y las
ganancias las invertí en una casona en las cercanías del monte Namsan donde además
mandé a construir un taller de pintura y un gran invernadero para que mi
hermano y mi madre pudieran tener la vida tranquila que siempre soñaron. Sobre nuestros
negocios, sabes que siempre amé nuestras colecciones de vajilla y platería
tanto como mi padre las amó alguna vez, así que dejé el proceso de diseño y
manufactura intacto, sin embargo, invertí en mejoras a todas nuestras
instalaciones y cambié muchas de nuestras políticas de empresa, propicié el
flujo abierto de opiniones en la mesa directiva y me aventuré a buscar
inversionistas y tratos en zonas a las que mi padre nunca quiso arriesgarse. La
compañía ha crecido más que en décadas y tanto la producción como la moral han
aumentado al menos un 30% en estos últimos 3 años. Y…bueno, eso es lo que he
hecho a grandes rasgos ¿Y sabes qué me dijo la psicóloga luego de que le
contara todo esto?
Al ver su emocionada expresión
inquisitiva sobre mí, espabilo de golpe.
—¿Qué te dijo? — Le pregunto
con una pequeña sonrisa.
—Que yo sabía perfectamente
cómo sanarme a mí mismo y no necesitaba ir a su consulta nunca más— Exclama con
gran satisfacción—Me sentí tan gratamente sorprendido que no fui capaz de
contradecirle. Desde que tomé el mando
de mi vida, por primera vez sentía mi espalda libre de peso y el aire puro fluía
directamente a mis pulmones, y las sensaciones mejoraron al ver que mis
acciones causaron el mismo efecto en los demás. Mis empleados lucen
satisfechos, Sungjin está entrando tranquilamente a la adultez, Joohyun en cada
visita que le hago me asegura que me dedicara el Nobel cuando lo gane, e
incluso mi madre, renuente a demostrar abiertamente su alivio ante la ausencia
de su esposo, se ve más saludable y relajada gracias a la influencia de la
naturaleza. He logrado por fin traer paz y felicidad a mi entorno y la calma
que eso me ha dado es impagable.
—No obstante…—Objeto con
timidez—No parece que hayas buscado felicidad para ti como la que has
conseguido para la demás gente en tu vida.
—Sí, bueno…—Reacciona él
mientras su energía se apaga de súbito y su mirada se pierde nuevamente en la
pared— Todas las cosas que he hecho me han tomado mucho tiempo. Supongo que por
ahora… la tranquilidad es suficiente…
Ambos nos quedamos en un enrarecido silencio,
y como pasándome la cuenta, el aturdimiento que he sentido durante todo su
relato me produce un subidón de temperatura, adrenalina y desconcentración.
—Ne…Necesito ir al baño— Me
excuso, levantándome con rapidez y torpeza— Vu-vuelvo en seguida.
Sin más explicación o cortesía, me acelero en
abandonar el cuarto y entrar al baño destinado para nosotros. Cierro la puerta
con pestillo y apoyándome en la pared dejo caer todo mi peso. Con la
respiración faltándome, me miro al espejo y noto el potente sonrojo en mis
mejillas, luego pongo una mano en mi pecho y siento mi corazón golpeando
rápidamente. Son las confesiones de Sungmin las que me consumen, frente a mis
ojos no dejan de pasar su divorcio, el fallecimiento de su padre, su reciente independencia,
su determinación para cambiar su vida y el hecho de que no sea feliz a pesar de
todo el éxito que ha logrado. Todo desemboca en una cosa: La imposibilidad de
estar con él que di por hecha hace años resulta que no es real. Estamos aquí
reencontrándonos y todas las cadenas que nos impidieron estar juntos o que nos
buscáramos posteriormente se destruyen frente a unos ojos que perdieron toda
esperanza de que eso pasara.
Somos libres, y él voluntaria o involuntariamente
ha estado esperando por mí.
La sonora carcajada de burla hacia mí mismo que
se escapa de mis labios resuena por toda la habitación a pesar de mi esfuerzo
por cubrirme con mis manos.
—Carajo, ¿Qué es esto? —
Susurro entre risas más discretas.
¿Es que acaso no he cambiado nada? ¿Sigo
siendo un adolescente ingenuo, cobarde y estúpido? ¿Cómo pude creer que dar por
muerta una esperanza es lo mismo que matar un sentimiento? ¿CÓMO PUDE CREER QUE
MIS SENTIMIENTOS QUE HAN PERMANECIDO INAMOVIBLES EN MI INTERIOR IBAN A CAMBIAR
FUERAN CUAL FUERAN MIS POSIBILIDADES? ¡Suprimir el dolor y suprimir un
sentimiento no es lo mismo! ¡Ninguno de mis logros, sonrisas, carcajadas,
relaciones, conocimientos, viajes y alegrías en todos estos años significan
superación! ¡Casado, soltero o viudo yo
volvería a caer por él! ¡Era tan obvio!
—Qué superado ni que ocho
cuartos, idiota— Me susurro, esta vez tapándome el rostro.
Y estamos libres ahora.
Él y yo.
Yo y él.
Libres.
Y ya no soy tan tonto como para ignorar o
renegar sus señales: Sus ojos llenos de significado, su atesoramiento de
nuestros recuerdos, su carencia de rencor hacia mí, su confidencia con su ex
esposa sobre nuestra relación, nuestro eternamente cercano lenguaje corporal,
su fuerte abrazo, sus manos entre las mías, esa sinceridad que siempre esperé,
sus bellos sonrojos, su inconforme vida a través de estos años, su firme presencia
aquí, su temor en espera de un algo, todo él…
Aún siente algo por mí ¿No es
así?
¿Él me amaba?
¿Él me ama aún?
¿Él y yo nos amamos?
Mi corazón parece a punto de estallar al ser
la primera vez que contemplo estos pensamientos como algo que sí puede ser
permitido aquí y ahora mismo. Como si de repente hubiera vuelto al momento en
que descubrí que estaba enamorado de Sungmin y pudiera hacer algo distinto a
irme para siempre. Aquí estoy de nuevo con 18 años recién cumplidos, tan
perdido, tan destrozado y lleno de miedo y energía volátil.
—Dios mío, Dios mío…— Gimoteo,
refregándome con fuerza el rostro, y con el cuerpo tembloroso por la adrenalina
me incorporo nuevamente.
Bien, al diablo. Si algo me ha
demostrado una vida de errores es que quedarme parado torturándome mentalmente
no sirve ni la millonésima parte de lo que sirve moverme y averiguar lo que me
perturba, sobre todo si esta podría ser la respuesta que defina el resto de mi
vida. Este martirio no puede seguir, ya no es necesario.
Con un poco más de
auto-dominio con el que entré, salgo lentamente del baño. En el pasillo inhalo
una gran cantidad de aire y lo dejo ir mientras tomo el pomo de la puerta del
cubículo.
“¿Sus labios serán tan
deliciosos como solían ser en el pasado?”
Pienso fugazmente y entro a la
habitación.
Continuará…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario