miércoles, 2 de enero de 2019

El acuerdo [09/10]



 ~El reencuentro~




—¿Kyuhyun? ¡Kyuhyun! ¿Qué te pasa, hombre? ¿Te sientes bien?

 Tras varios llamados y una ligera sacudida por fin me despierto sobresaltado. Por inercia miro a Minho, quien es el que llama mi atención, y pestañeando fuerte y rápido trato de disipar el intenso aletargamiento que me han provocado semejante oleada de emociones y memorias. Estoy tan azorado que fugazmente olvido que está pasando y dónde estoy. Miro al que reconozco como el asistente de Minho en cuclillas recogiendo un celular, mi celular, el cual boté al suelo por alguna razón. Ojalá no esté roto o Changmin va a ponerse muy fastidioso por semejante maltrato al obsequio de cumpleaños que me hizo.

“¿Kyuhyun?”

 Y de la nada, mi mente hace ¡Click! Corro veloz el rostro y como si se tratase de pantomima, Sungmin en persona me mira con la misma expresión pasmada mientras alguien intenta hacerlo reaccionar. Involuntariamente, suelto un hondo suspiro.

—Carajo…

Es Sungmin, mi Sungmin” Digo internamente, y recién procesándolo, me doy cuenta de que lo he repetido un millón de veces en segundo plano durante este rato.

 Lo primero que decodifico de él son sus cambios. Se ha estirado varios centímetros, su cabello luce más estilizado y tanto su pecho como sus brazos gozan de un inesperado aumento de musculatura. Aquel último detalle hace que sus curvas se enmarquen más en el ajustado traje de negocios que usa y que su belleza incomparable mutara de tierna a una más sexy y varonil. No obstante, sus ojos oscuros, profundos y brillosos, eso que destellan y esconden tanto a la vez, todavía son los mismos y delatan su identidad.

 Un intento de risa sale de mi boca, lo cual se repite en él. Entonces no dudo ni pienso más. Me deshago del agarre de Minho, eludo a su asistente y camino hacia Sungmin mientras él hace lo propio.  Me siento irrealmente eufórico, ¿Es esto una alucinación cruel? ¿O de verdad Sungmin está ahora frente a mí? ¿En serio después de todo lo que vivimos él está tan feliz de verme como parece? No puedo saberlo tan lejos de él. Necesito ir más rápido, necesito tocarlo, necesito confirmarlo, necesito…lo necesito.

—Oh, ¿Qué sucede ahí?

 Y entre los cuchicheos a nuestro alrededor y los balbuceos confundidos de Minho, Sungmin y yo nos fundimos en un abrazo lleno de sentimiento. Entonces lo sé, esto es absolutamente real.

—¡¿Estoy soñando?! ¡Tiene que ser un sueño!—Exclamo de todos modos, tratando de espabilar del todo, si bien la calidez de su cuerpo y su aroma en mi nariz me lo dificultan bastante. Él, desde siempre más hábil para dominarse, se ríe deshaciendo de a poco el abrazo.
—¿Quieres que te pellizque para comprobarlo? ¿O quizás una cachetada sirva más?— Bromea con una gran sonrisa, dándome un sonoro apretón de mano a su vez.
—¡Diablos! ¡Es que han pasado como 1000 años! ¿Có-Có-Cómo has estado?— Pregunto en otro intento de serenarme.
—¡Bien! Muy bien ¿Y tú? ¿Qué rayos hace el dueño de una compañía de videojuegos en una convención hotelera? — Me devuelve riendo, su rostro sigue colorado.

 Mi espalda se estremece por la adrenalínica felicidad que me produce su conocimiento sobre mi compañía, hasta que pienso en su pregunta. Otro ¡Click! Hace eco en mi cabeza y recuerdo la información que me pide.

—A-ah, bueno, hace un tiempo fui convencido, o más bien forzado, por mi amigo Minho para invertir mi fortuna en sus hoteles, así que he venido a aprender el negocio— Digo sin saber dónde poner los ojos, las manos, todo de mí— ¿Y tú? ¿Vas a presentar alguna nueva colección?
—No, no— Niega moviendo las manos, como agarrado por sorpresa— Aproveché la cumbre para cerrar un negocio con un cliente de Hong Kong y conocer nuevos prospectos.
—Wah, es asombroso— Suspiro mirando sus brillantes ojos— Digo, es… una feliz coincidencia.
—Lo es…— Responde manteniendo la conexión.

 Nos miramos así por incontables segundos, hermosos y largos segundos reencontrándome con sus lindos ojos. Sí, de nuevo estoy frente a la criatura más hermosa sobre la faz de la tierra, y únicamente un pensamiento inquieto en mi mente me hace volver a hablar.

—¿S-Sabes? Esta convención me está aburriendo un poco y luego no tengo agenda. Si no te resulta inoportuno, ¿Te gustaría ir a cenar y seguir hablando y recordando viejos tiempos? Conozco un restaurante muy bueno que está a unas calles de aquí.

 En cuanto termino de hablar, respiro hondo lo más disimuladamente posible para conservar algo del control que me queda. Por su parte, Sungmin no oculta su asombro y me observa fijamente como tratando de encontrar la respuesta en mi rostro. Los segundos siguen pasando e internamente empiezo a desesperarme ante la posibilidad creciente de una respuesta negativa.

—E-Está bien, me encantaría— Accede con cierto tono de incredulidad justo antes de que intentase fingir que mi propuesta era una broma. Respiro aliviado mientras él vuelve a su sonrisa protocolar— Sin embargo, necesito un momento. Por la sorpresa dejé tirado a los señores con los que estaba hablando y se enfadarían mucho si no vuelvo a excusar mi comportamiento. Ahora vuelvo ¿Ok?
—Ok— Repito viendo como se aleja.

 Entonces mi cabeza hace su tercer ¡Click! Y mis sentidos, activados del todo, dan cuenta de los curiosos ojos que todavía nos observan. Sin más, vuelvo a mirar a Sungmin. Camina despreocupado, desprovisto de cualquier vergüenza, y eso le hace desbordar encanto a tal punto que antes de llegar con los sujetos, la indignación de estos se ha esfumado por completo. Sonrío con gusto al verlo. Es libre, todo en su cuerpo lo delata, al fin es libre, y yo también. El cumplimiento de nuestras promesas está por fin aquí.

—¡Kyuhyun! —Exclama alguien volviendo a tomar mi hombro.

Del sobresalto giro rápidamente y me encuentro con toda la curiosidad de Minho abordándome.

—Oye, ¿Qué diablos fue eso? ¿Quién es él que lo saludaste con tanta emoción? —Me pregunta directamente con una mezcla de diversión y preocupación en su rostro, mientras su asistente me entrega mi celular con timidez. Yo sonrío.
—¿No lo recuerdas? Es Lee Sungmin, del internado— Le respondo, haciendo que de inmediato los ojos de mi amigo se abran más allá de su capacidad.
—¿Estás jodiéndome? ¿Cómo? ¿Él? ¿En serio? —Balbucea con una expresión boba.
—Él en persona— Confirmo yo asintiendo. Su incredulidad lo lleva a girar varias veces la cabeza hacia Sungmin— Y si no te importa, quisiera dejar las clases de hotelería para otro día e ir a cenar con él.
—¿Qué? —Se vuelve a sorprender, deteniendo finalmente su mirada en mí.
—Continuaremos en otra ocasión— Propongo alegre golpeando su hombro y dándome la vuelta—Puedes llevarme a un curso con la mismísima Ivana Trump si quieres.
—¡Espera, espera! — Exclama con fuerza. Esta vez ha dejado de titubear y su voz es firme y seria. Giro la cabeza y la preocupación es lo único que veo en su rostro— Después de tanto tiempo… ¿Estás seguro de querer ir con él? ¿Sa… Sabes lo que estás haciendo?

 Con algo de dificultad logro disimular que ahora soy yo el sorprendido.

 Aunque Minho fue alguna vez el más imprudente, crédulo y chismoso de nosotros, nunca ha sido un tonto. Durante mi largo periodo de depresión percibí sus inquietantes sospechas sobre el origen de mi dolor, las que de un día para otro se transformaron en intensas y escudriñadoras miradas por lo que, supongo, fue una seria charla con Changmin y Jonghyun. En la actualidad, tanto él como los demás han madurado y las noticias que llegaron con el tiempo a nuestros oídos han demostrado la inocencia de Sungmin, no obstante, han mantenido cierta postura recelosa hacía él las contadas veces que algo lo aludía directa o indirectamente. Es entendible. Para ellos que no saben ni la décima parte de la verdad, Sungmin es quien fastidió a uno de sus amigos durante largo tiempo, sea o no un degenerado. Y bueno, ya va siendo hora de que se enteren de la verdad y que entiendan una vez más que mi confianza en Sungmin nunca se va a derrumbar por más que ellos protesten.

—Estoy 100% seguro, pues no hay otra cosa en el mundo que quiera más que esto— Le respondo con una sonrisa que le impresiona aún más. Sin reparar en ello, vuelvo a palmear su hombro— Hablaremos otro día, amigo.

 Me doy la vuelta y Minho no dice ninguna palabra más. Yo mantengo mi rumbo y en el camino me encuentro a Sungmin dirigiéndose hacia mí con cara de haber logrado su cometido.

—Ya está, podemos irnos— Me confirma con una hermosa expresión de satisfacción.
—¿No he hecho peligrar tus negocios? —Le pregunto bromista en voz baja.
—No, no, mis negocios están bien—Ríe él, mirando por mi costado— O al menos lo estarán si hacemos que tu amigo deje de mirarnos como si fuéramos alienígenas.
—Entonces vámonos— Exclamo tomando su mano y huyendo a paso rápido a la salida.

 Una vez estamos afuera, lo suelto y nos largamos a reír, él porque parece realmente entretenido con la situación, yo porque trato de disimular el ataque cardiaco que me da recién darme cuenta del espectáculo que acabo de perpetuar. Mira que andar corriendo maricamente de la mano en plena cumbre de magnates hoteleros…




—Sin duda, todavía sabes cómo volver interesante mi vida— Dice él entre carcajadas, y yo lo miro fijo y rencoroso ¿Qué le voy a hacer? Todo él revive mis memorias corporales, las que se mandan solas al no haber raciocinio que las controle y me llevan a actuar como un lunático.
—Cierra la boca, estoy nervioso y sabes que pierdo el control cuando eso pasa—Me excuso entre risas, en tanto tapo mi rostro con las manos y me doblo de vergüenza. Él vuelve a carcajear y levantándome la cabeza, paraliza mi corazón por enésima vez dándome un fuerte abrazo.
—No has cambiado nada— Dice riendo. Me quedo congelado un par de segundos, luego decido rendirme, beso su sien y lo abrazo con igual intensidad.
—Dios, no sabes cuánto te he extrañado— Le confieso hundiendo mi rostro en su hombro. Percibo una ligera tensión en su espalda que se disipa lentamente.
—Yo también te extrañé mucho— Responde y por su tono imagino una sonrisa en su rostro.

  Tras el largo abrazo nos alejamos lentamente, él pone su mano en mi rostro y esta vez sonríe mirándome a los ojos.

—Ven, llévame a ese restaurante. Muero de hambre—Me anima, adelantando el paso.

 Caminamos por las calles en un alegre y tímido silencio. El calor de nuestros mimos me ha dejado tembloroso y sin habla. Maldita sea, siento que voy a explotar en cualquier momento. Pero no, debo controlarme y ser cuidadoso. Por muy feliz y sanador que sea encontrarlo de nuevo de una forma amena, yo ya no puedo volver a pretenderlo del mismo modo que antes. Eso es cosa del pasado y debo entenderlo.

 Salgo de mis cavilaciones y me doy cuenta de que mis pies me han llevado hasta la entrada del restaurante. Saludo al anfitrión que ya conozco y le pido uno de los cubículos v.i.p del segundo piso. Rápidamente, él mismo nos guía a nuestro lugar y ya acomodados, con un chasquido de dedos llama a dos mozos que nos ofrecen el menú, una botella de buen soju y dos vasos. Los hombres se retiran y nos cierran la puerta apenas escogemos. Yo tomo los tragos y le ofrezco uno a Sungmin.

—Pues…Salud, por un feliz reencuentro— Exclamo nervioso. Él sonríe y me recibe el vaso.
—Salud— Responde chocándolo con el mío.

 En cuanto terminamos de beber, los dos soltamos un unísono jadeo de satisfacción y nos sonreímos por la coincidencia. Y ninguno habla. Pasan largos segundos en que nos miramos, o más bien, yo lo admiro embelesado y él me devuelve la mirada divertido.

—¿Qué pasa? — Pregunta finalmente entrecerrando los ojos, sin poder contener su curiosidad.
—Trato de convencerme de que en serio estás aquí, y averiguar qué debo hacer al respecto— Le confieso. Él me vuelve a sonreír, yo corro la vista— Hay muchas cosas que he querido decirte y preguntarte en todos estos años y ahora que está la oportunidad no sé por cuál de todas empezar.
—Bueno, tenemos mucho tiempo por delante— Me calma, sentándose más cerca de mí— Si quieres puedo comenzar yo con una duda que tengo y darte oportunidad de aclarar tu mente.
—Por favor— Accedo, poniendo mi brazo detrás de su respaldo. Él piensa un poco sus palabras, con aire risueño.
—Dime, ¿De verdad Minho te obligó a invertir en su cadena de hoteles? Conozco un buen abogado si es así—Pregunta con aire intrigado y bromista. Ambos nos largamos a reír— En serio, ¿Cómo pasó esto? Nunca imaginé verte en la hotelería, tú te dormías apenas te empezaba a hablar del tema. Lo único que había en tu mente eran videojuegos— Agrega incrédulo, mis mejillas arden. No sé si decirle o no sobre lo equivocado de su comentario.
—No, no, eso es lo que digo para hacer reír a la gente— Respondo, prefiriendo responder su duda— La versión oficial y que Minho agradecerá si guardas en secreto, es que su familia tuvo un embarazoso problema económico relacionado a su padre, quien casi llevó a la quiebra la cadena en menos de 5 años de inepta administración. La directiva decidió destituirlo respaldados por el antiguo CEO, el abuelo jubilado de Minho, y en medio de la desesperación por ser una compañía sin cabeza, mi amigo con 25 años y apenas salido de la universidad tomó el cargo. Yo estaba cosechando mis primeras grandes ganancias para ese entonces, así que él me buscó, me mostró el proyecto que tenía para levantarse y al verlo desesperado, no pude dejarlo tirado. Mucha gente me dijo que estaba loco, que era casi seguro que fracasaría, pero yo realmente tuve un “sensación” sobre unirme a ese negocio y sin dudar, le di prácticamente todo el dinero que había ganado y él me cedió el 30% de la cadena más el derecho de vivir gratis en cualquiera de los hoteles.
—¡Vaya, que arriesgadamente altruista fuiste! Pero ¿Han pasado 3 años desde entonces y recién estás involucrándote en el negocio? No lo entiendo— Inquiere con su carita surcada por la extrañeza.
—Minho tenía el orgullo herido por la desgracia caída sobre su familia y quería remediarlo él solo, por lo que dijo que no me preocupara en cuanto a la administración y me relegó a firmas de documentos importantes, reuniones informativas semestrales y una que otra consulta a nivel personal—Continúo mirando hacia arriba— Entenderás que estaba muy preocupado en un principio. Quería ver que mi dinero no estuviera siendo mal usado y participar en el proyecto para asegurar su éxito, pero no lo deseaba tanto como estar involucrado al 100% en mi compañía, y como los frutos de la administración de Minho se vieron rápidamente, al final me rendí. Ahora los hoteles recuperaron su antiguo esplendor, yo conseguí doblar mi inversión inicial y el orgullo de Minho está restaurado, es por eso nada más que ahora ha decidido involucrarme, quiere fanfarronearme su éxito y cuánto sabe de hoteles. Supiera lo poco que me importa…

 Sungmin se aleja para dejar salir una sonora carcajada.

—Ya veo. Es una lástima que no se pueda saber públicamente, a él lo deja muy bien posicionado como empresario y a ti como amigo. Al menos terminó bien y es lo que importa— Resuelve una vez ha dejado de reírse.

 Un segundo después, el anfitrión golpea nuestra puerta anunciando su entrada y la abre rápidamente, dejando pasar a 3 meseros en fila india que nos dejan un apetitoso banquete en la mesa. Sus miradas extrañadas nos fulminan al notar la cercanía entre Sungmin y yo considerando la amplitud del sillón en el que nos encontramos, más nada hacen y nosotros respondemos de la misma forma.  Nos sirven más soju en los vasos, el anfitrión nos dice que les llamemos ante cualquier cosa y se retiran con igual solemnidad. En cuanto cierran, con Sungmin volvemos a brindar y nos bebemos los tragos. El delicioso olor de la comida me llama a surtir mi plato de verduras y carne, y a pesar de que los segundos avanzan y ya he terminado de echarme una buena porción, no percibo movimiento a mi lado. Levanto la cabeza y veo a Sungmin mirar fijamente la puerta con una sonrisa.

—¿Perdiste el apetito? —Pregunto irguiéndome. Él niega con la cabeza riendo bajito.
—No, es que… ellos son muy dedicados y teatrales en su atención… me han recordado a aquellas personas que nos sirvieron en aquel restaurante cuando fuimos a Hokkaido— Explica con aire distraído. Luego de unos segundos, gira hacia mí y me mira con intensidad— ¿Puedes creerlo, Kyuhyun? ¿Qué alguna vez hace 10 años estuvimos unidos de una forma tan intensa?

 Por poco logro contener el asombro en mi rostro, sin embargo, la adrenalina corre por todas mis venas.

—¡Claro que lo creo! ¡Sucedió!— Exclamo algo sonrojado— Estar contigo…me ayudó a abrir los ojos y salir de la burbuja protectora de niño rico en la que estaba envuelto. Pude sentirme como un humano por primera vez en la vida y crecer como tal, y no creo que hubiera conseguido todo lo que tengo ahora sin tu presencia en el internado.

 Él me mira perplejo varios segundos, luego sonríe.

—Tienes razón— Acepta con voz suave— Yo también crecí y cambié mucho a tu lado. En realidad, ¿Quién no lo haría con todas los errores e idioteces que cometimos en el proceso?

 Reímos levemente.

—Sí, todos esos desastres y éxitos fueron vitales, por eso siempre estaré agradecido de haber hecho el acuerdo contigo y luego rectificarlo siendo tu novio. Es sin duda lo mejor que me ha pasado en la vida— Agrego mirándolo.

 Esta vez él se sorprende enormemente y no logra esconder ni su impacto ni el ligero sonrojo en sus mejillas. Estaría aprovechando de reírme de él si yo no me viera afectado también por mis propias palabras subiéndoseme todos los colores a la cara.

 Antes de intentar retractarme torpemente, él vuelve a sonreír por milésima vez y la calma regresa a mi cuerpo.

—Éramos novios ¿Verdad? — Pregunta retóricamente con un tono tímido y melancólico— Nunca lo dijimos…
—Bueno… Estábamos ocupados en otras cosas— Argumento corriendo la vista para esconder mi todavía rojo rostro. Él se ríe igual de abrumado.
—Sí, es cierto— Concede con los ojos cerrados. De repente, respira fuerte, abre los ojos y me mira ya calmado— ¿Empezamos a comer?

 Por unos cuantos minutos nos servimos en silencio, sin que el apetito tenido hace unos momentos vuelva. No dejo de pensar en lo que acabamos de hablar. Este es el momento de decírselo, no lo puedo dejar pasar.

—Todos estos años… he querido pedirte que me perdones— Digo con voz baja y la cabeza gacha. Por el rabillo del ojo lo veo frenar y ponerme atención— A pesar de que tuviste la amabilidad de echarnos culpas iguales por todos los errores cometidos en nuestro tiempo juntos, sé bien que la gran mayoría de ellos fueron provocados por mí y te causaron malestares físicos y psicológicos enormes y mucho mayores a los que yo sufrí. Aclaro que nunca pretendí hacerlo, todo lo contrario, deseaba con todas mis fuerzas que fuéramos felices mientras estuviéramos juntos, más para un mocoso cobarde, egoísta y profundamente ignorante como lo era yo, esos deseos no estaban al alcance de mi realidad. Espero puedas comprenderlo, perdonarme y que quizás, si quieres…podamos ser amigos de aquí en adelante y pueda compensarte.

 Sungmin me observa estoico de principio a fin. Unos segundos después, empieza lentamente a masticar y gira la cabeza hacia adelante.

—La amistad te la acepto, las disculpas no— Contesta determinante, sin enfado o reproche en su tono. Yo lo miro extrañado, no esperando para nada dicha reacción.
—E-Esto…— Tartamudeo. Él vuelve a mirarme con una sonrisa tierna y me pellizca fuerte la mejilla.
—No digas tonterías. Éramos niños y estábamos en el peor lugar del mundo, no puedes culparte por todos los errores que cometiste. Es como si alguien culpara a un bebé por embarrarse de papilla mientras aprende a comer— De repente, me suelta y se echa más carne a su pocillo—Además yo también era muy estúpido. A veces podía adivinar que ibas a hacer o pensar algo que nos haría sufrir y era tan condescendiente y cobarde que no hacía nada. Nunca fui capaz de confrontarte…hasta el último día— Se detiene un momento y suspira con ánimo renovado— No obstante, creo que di lo mejor de mí en ese momento de mi vida, y también tú. En breves periodos, pudimos hacernos muy felices el uno al otro ¿O me equivoco?
—No, es cierto— Le concedo mirando al piso ensimismado.

 La opresión en mi interior apenas baja, pero que me diga eso y me brinde la oportunidad de estar con él y compensarle se siente tan bien como ser perdonado. El alivio llena mi pecho. Al menos por hoy no lo he perdido, aunque no tenga oportunidades no lo he perdido de nuevo.

 Tomándome desprevenido, el me levanta el mentón con una mano.

—¿Algo más? — Pregunta con expresión divertida.
—¿Eh? —Me extraño. Él me suelta y se endereza.
—Dijiste que hay otras cosas que deseas decirme, y yo quiero que las digas todas y decirte todo lo que quieras saber. Ya no hay nada amenazándonos por la espalda, esta es la noche para hablar al fin de todo aquello que siempre temimos decirnos, y sé que tú lo crees también.

 Yo lo miro fijamente unos segundos y al detectar la convicción en sus ojos, sonrío y miro al frente. Viene a mí una gran tentación por decirle mi mayor secreto, ese que siempre me aterró tanto. No, que esté la oportunidad no significa que el momento sea el adecuado. Inhalo hondo y decido continuar con lo que ya tenía planeado decirle.

—Estuve… mucho tiempo, realmente mal…queriendo mandar todo al diablo, incluso a mi padre, mi familia y mi sueño… todo para ir a buscarte…

 Sungmin me mira en silencio por un rato con los ojos brillosos, se sirve un poco de soju y finalmente sube las piernas al sillón sin importarle arrugar su traje.

—Yo también estuve varios años deseando fugarme de la universidad y tomar el primer avión que me llevara contigo— Me confiesa con una sonrisa triste, tomando otro sorbo de su trago.
—Pero no lo hice, incluso cuando me volví independiente y era libre de buscarte— Digo con pena.
—Y yo tampoco— Reafirma él con el mismo tono.
—¿Qué… te lo impidió? —Me animo medroso. Vuelve con fuerza el miedo a confirmar aquello que oí hace años, aquello que creía asimilado y superado. Mis piernas tiemblan del horror que veo venir.
—¿Podrías ser tú quien lo diga primero? — Me pide vacilante, como si su respuesta dependiera de lo que yo voy a decirle. Que esté inseguro de hablarme sobre sus razones da más fuerza a mis terrores. Respiro hondo, debo tranquilizarme.
—Bueno… Supongo que a veces las cosas no se dan como las habías contemplado—Confieso con voz baja— Fue hace más de 2 años que recién conseguí la completa libertad de buscarte, o sea, 8 años después de separarnos. Era libre de ir por ti, pero mi tristeza había disminuido a un melancólico recuerdo ocasional y tras tanto tiempo lejos, habiendo cambiado tanto, sentí que ya no tenía sentido escarbar en el pasado. Entre conformarse con una vida tranquila a arriesgarme de nuevo a todo ese dolor, la primera opción se veía mejor. Además, creí que mi reaparición en tu vida sería un estorbo, pues por casualidad… tiempo antes…me llegaron noticias sobre ti…
—Ah…—Suspira él con una sonrisa extraña y mirando al frente, entendiendo a qué me refiero. Toma aire para hablar, yo aprieto el estómago para no sentir— Entonces supiste sobre mi matrimonio.

Ahí está.

—Es algo raro, nunca creí que te casarías…tan joven…—Digo como excusa por mi aturdimiento, sintiéndome lacerado por el potente auto control que ejerzo sobre mí mismo para no hacer una patética escena—Pero, felicidades.
—¿Felicidades? ¿Por qué? —Pregunta mirándome otra vez. Esta vez su sonrisa divertida es sincera.
—Por tu boda, claro— Evidencio extrañado por su reacción— Por haber encontrado a tu compañera de vida.

Sungmin se larga a reír sonoramente. Su semblante alicaído ahora luce renovado.

—No entiendo, ¿Qué es tan gracioso? — Inquiero incrédulo, casi ofendido. Él me mira con ternura.
—Pensé que lo sabías y por eso me mirabas con cara de estar en un campo minado—Comenta entre sus últimas risas, luego respira y vuelve a bajar las piernas— Me divorcié, Kyuhyun.  Fueron 6 meses de matrimonio y ya van poco más de 2 años de divorcio.

Y así de fácil mi coraza se cae. Pongo la expresión más tonta de sorpresa y empiezo a boquear cosas sin sentido, no sabiendo cómo reaccionar, qué decir, qué pensar. Obviamente, el no resiste reírse de nuevo.

 Tanto tiempo en busca de resignación para recibir tal noticia ¿Qué sucede? ¿Qué es esto?

—¿Có-Cómo que te divorciaste? — Es la primera coherencia que logro articular con muy poca compostura— Yo-yo-yo vi la noticia en una revista de economía. Se veían felices en la foto, el artículo aseguraba que eran felices ¡Decía que se amaban!
—Claro que no—Niega él rotundamente con aspavientos— Esos artículos se enviaron a hacer para darme una buena imagen ya que estaría más involucrado en el negocio familiar. La verdad es que ella me detestaba y nuestro matrimonio fue un infierno. Nos pudimos llevar bien únicamente luego de separarnos.
—¿Qué? —Mi histeria frena en seco y lo miro incrédulo mientras mastica tranquilamente una porción de carne— Entonces… Entonces, ¿Por qué te casaste?
—Porque mi padre lo ordenó, claro— Responde luego de tragar. Sus ojos se pierden en la alfombra y mis brazos caen laxos a mis costados.
—¿Fue…?
—Un matrimonio arreglado, sí— Asiente él.
—Es una locura ¿Algo así en nuestros tiempos? — Pregunto, incapaz de creerlo. Él ríe fugazmente.
—Tú eres afortunado y no has tenido que verlo, pero en el círculo ultra conservador de mi padre todavía se hacen cosas de ese estilo— Explica ofreciéndome un poco de kimchi con sus palillos.
—¿Y por qué no te negaste a hacerlo? Creo que con las explicaciones y la insistencia correspondiente hubieras logrado hacerle cambiar de opinión— Digo aceptando lo que me ofrece por pura inercia.

 Él vuelve a perder la mirada en la nada.

—Yo… casi no te hablé de mi padre en el pasado ¿Verdad? —Dice por fin y algo en su tono me alerta— Él era… como si el internado fuera una persona: Un hombre rígido, intransigente y controlador. Le gustaba que todo fuera como lo deseaba y para conseguirlo tenía una asombrosa habilidad en lo referente a la tortura y la manipulación psicológica. Te va a sonar a novela barata, más nunca hizo falta que nos golpeara, pues con su siniestra tranquilidad, su labia amenazadoramente persuasiva y sus duros gestos corporales, desde el nacimiento nos condicionó a mi hermano y a mí para temerle más que a nada en el mundo y jamás desobedecerle. Ayudaba en ese miedo que nunca vimos ser vivo capaz de contrariarlo, y que todos, incluyéndonos, veíamos destruidas nuestras opciones en menos de un minuto de charla con él y eliminado cualquier coraje al ver los ojos más terribles que ha habido en la tierra, los cuales parecían escudriñar en lo más profundo de tu alma. Hasta la adultez, temblábamos cuando los ponía en nosotros y que nos juzgase con la mirada era nuestra mayor pesadilla, así que como habrás imaginado, jamás le dijimos que no a nada que él nos ordenara… hasta mi divorcio, claro.

 Una vez termina de hablar, yo no soy capaz de formular palabra alguna. Mi mente se ve colapsada por las revelaciones hechas y la forma en que han sido descritas. Trato de serenarme y por fin vuelvo a reaccionar.

—Sungmin, no quiero que pienses que soy insensible ante todo lo que has dicho, pero hay algo que necesito aclarar antes— Digo con voz rápida y expresión azorada— La forma en que has hablado de tu padre… él… acaso… ¿Falleció?

 Sungmin me muestra una sonrisa triste antes de asentir.

—Así es— Obvia, y mis ganas de abrazarlo son tan fuertes que la única forma de calmarlas es envolviendo sus manos en las mías— Murió pocas semanas después de mi divorcio. Tenía un cáncer pancreático terminal que ocultó de todo el mundo.
—Oh Dios, no sabes cuánto lo lamento. Debió ser duro incluso si no tenían una buena relación— Le expreso sinceramente. Él suspira y mira hacia el frente.
—Yo no sé si habría que lamentarlo—Dice algo vacilante. Yo me sorprendo, aunque no soy capaz de culparlo por pensar así— Su muerte trajo cambios positivos a muchas vidas, incluyendo la mía, y por lo que posteriormente me confesó mi madre, falleció luego de haber conseguido su última y más importante meta. Incluso diría que su cuerpo luchó para extender su esperanza de vida y asegurarse de cumplirla.
—¿Y… cuál era esa meta? —Pregunto tímido.
—Que yo consiguiera el valor para enfrentarme a él—Dice con los ojos cerrados, bebiendo otro sorbo de soju. Yo lo miro perplejo, luego fijo la vista el suelo y pienso un poco. Mi corazón se siente apretado.
—¿Y tanto te hirió ese matrimonio que te viste obligado a enfrentar a quien más temías en el mundo?— Inquiero. Sungmin abre los ojos, deja el vaso en la mesa y palmea mis manos como intentando destensarme.
—El matrimonio en sí no me golpeó tanto, después de todo ya era asiduo a doblegarme ante los caprichos de mi padre, y en ese punto sentía mi vida y todas mis opciones arruinadas. No esperaba nada para mi futuro que lo dispuesto por él. Lo que en realidad me partió el alma y me obligó a enfrentarle fue darme cuenta que esta vez lo que me estaba ordenando no sólo afectaría mi bienestar, sino también el de alguien que no tenía ninguna complicidad o culpa en el juego enfermo entre mi padre y yo.
—Tu esposa…— Infiero en un susurro.
—Exacto— Confirma sonriendo—Joohyun… es una chica brillante ¿Sabes? Tiene 150 puntos de CI y a sus 21 años había leído ya más 2.000 libros, y siempre ambicionó al nivel de su desempeño. Quería ir al Politécnico de Zúrich y ser una versión exitosa y feliz de Mileva Maric, no ser la sonriente y silenciosa esposa-adorno de un ricachón— Sungmin ríe divertido y con cierta nostalgia— El problema es que, como supondrás, el control de su vida lo tenían unos de los seres más ineptos y codiciosos que he conocido: Sus padres. Imagina como fue para ella saber que después de toda una vida tratando de demostrarles el potencial humanitario de permitirle explotar su genialidad, ellos nunca hayan dejado de verla como una mera conexión hacia nuevos negocios y riquezas, degradando su inteligencia a sólo un plus para atraer un nuero con mejor “linaje” y fortuna.
—De seguro no le gustó nada…— Respondo yo tratando de imaginar la situación.
—¡Se volvió loca, Kyuhyun! —Enfatiza con fuerza—Perdió toda la paciencia y compostura que mantuvo heroicamente su vida entera y luchó con garras y dientes por la libertad de escoger su futuro. Primero trató con argumentos, buscando y discutiendo con toda persona que fuera capaz de detener “Esta insultante y troglodita locura”, como gritó alguna vez. Luego intentó sabotear el matrimonio ventilando vergonzosos secretos familiares por internet, pero la apartaron a tiempo de cualquier medio de comunicación con el mundo y los empleados de su padre se encargaron de que todo desapareciera sin dejar rastro. Finalmente, ya poseída por la desesperación y viendo que nada resultaba, trató de fugarse incontables veces, y era tan hábil e ingeniosa que obligó al contingente de seguridad destinado a ella a estar constantemente mejorando sus sistemas de vigilancia por cada nuevo plan de escape que se le ocurría.

 Él vuelve a reír mientras se acerca nuevamente su vaso a la boca.

—Es curioso como contar ese pasado ahora me resulta gracioso cuando en cambio vivirlo fue una pesadilla. Verla gritar, llorar, ser abofeteada por su padre o suplicarme por apoyo me resultaba espantoso, y no porque los actos en sí fueran desagradables, que lo eran, sino porque me recordaba a cada instante lo imbécil que era yo—Sungmin suspira y aprieta mi mano— Joohyun no tenía posibilidades de cambiar su futuro por sí misma, y creo que lo sabía, pero era tan segura de sí misma, de sus creencias, y era tan valiente y obstinada, que hacía oídos sordos a su lado lógico y a todos sus miedos, y daba de sí todo en bien de hacer posible lo imposible, porque sabía que era lo correcto. Era admirable, y eso hacía que me odiara enormemente a mí mismo. Yo tenía la opción de decir “No” y frenar este matrimonio, yo podía acabar con nuestra infelicidad, habían miles de fantasías perfectamente plausibles en mi cabeza que podía utilizar para ello, no obstante, anteponía el miedo de ser desaprobado por mi padre a cualquier cosa que yo quisiera, y como todas las veces anteriores me mantuve temblando en silencio como un cobarde, y si no era eso suficientemente despreciable, lo era que la dejaba a ella, cuya vida y motivaciones valían más que las mías, desgastándose en cuerpo y alma por algo que nunca iba a poder resolver por sí misma.
—¿Y qué pasó luego? — Pregunto, bastante turbado ante sus revelaciones y la dureza que tiene para sí mismo.
—La realidad derrotó a Joohyun y todo se volvió peor —Responde con otro suspiro— Su padre se cansó y acabó el asunto de la forma más vil, dejando claro que aquello que más le importaba en la vida no era ni su familia ni sus hijos. Le juró que si no se casaba conmigo, la encerraría de por vida en un sanatorio mental y sacaría al menor de sus hijos del conservatorio de artes en que se encontraba. A ella el psiquiátrico no le significó gran cosa, fácilmente después de un tiempo habría hallado la forma de escaparse. Lo que la destruyó fue ver implicado a su hermano, la luz de sus ojos, y al que hacer feliz había sido su único éxito ante sus padres. Ella no podría vivir si destruía el sueño de su ser más amado, así que apenas peleando un poco más, de rodillas selló su rendición con la impotencia más grande. Se presentó en la boda casi catatónica, más dócil que nunca, y nos casamos sin que se rompiera ni una sola taza. Verla así fue un golpe duro para mí. Me di cuenta de que prefería un millón de veces que estuviera enloquecidamente furiosa, a verla estoica, muda y con los ojos apagados. Su rabia y su lucha significaban que aún podía haber algo que salvar, que quizás existía una posibilidad entre un millón de que nuestras vidas pudieran ser felices después de todo, y si ella no peleaba significaba que ya no era así, que ellos habían ganado, que yo había contribuido en tal triunfo y que ya no había vuelta atrás. Y yo no podía soportar esa certeza, menos cuando se veía tan clara en ella.

 Sungmin se detiene para tragar saliva y lo que parece una gran angustia. Yo acaricio sus manos recordándole una vez más mi presencia.

—Una vez llegamos a la que sería nuestra casa, por más que intenté distraerla, mimarla y hasta conquistar su amor, todo fue inútil. Desde que pisó el lugar no fui capaz de conseguir que comiera o durmiera adecuadamente, y olvidó todas sus actividades acostumbradas, para limitarse a deambular por la casa como un fantasma y a mirar la nada por los ventanales. Empezó a perder brillo y color en todo el cuerpo, bajó peligrosamente de peso y enfermaba con frecuencia. También perdió la cordura. Sólo se hablaba a sí misma en susurros inaudibles y de repente tenía momentos en que se desorientaba al punto de no saber cómo había llegado de un lado a otro o en qué momento se había hecho de noche. La mantuve por eso bajo la más estricta vigilancia y cuidado de mis sirvientes, pero todo era en vano pues ella era un cascarón vacío. Su alma se había ido al no poder soportar la pena de renunciar a su libertad, y el cuerpo que había quedado atrás se marchitaba lentamente. Ella estaba yendo directo a la tumba, Kyuhyun— Su voz afectada se rompe, así que respira un poco y vuelve a tomar rumbo—¿Cómo podría vivir yo con eso? Tal vez estaba bien para mi padre, incluso para el padre de Joohyun, el precio por ser rico y poderoso, pero para mí no era así, aquello no valía que ella pereciera de esa forma, y ni aunque hubiera podido soportarlo lo valía ¿De qué sirve el dinero y el poder si no eres libre de usarlo para tu felicidad teniendo a la vez la conciencia limpia? ¿De qué sirve la aprobación de tu padre si eso te vuelve miserable en tantas formas? Dichos pensamientos me hicieron recapacitar como nunca en la vida y contemplar seriamente mi independización, sin embargo, faltaba un poco más de tormento antes que yo pudiera sobreponerme definitivamente a mis miedos.
—¿Qué podría ser peor que lo que ya estabas viviendo? — Pregunto con la boca seca, sintiendo una gran compasión por Sungmin y por aquella pobre chica.
—Unos 5 meses después de que nos casamos, nuestros padres se presentaron en nuestra casa e indiferentes al aura de agonía e infelicidad en el lugar, dijeron con toda tranquilidad que ya era hora de que tuviéramos un hijo— Respondió con más energía, impulsado por su indignación ante sus propias palabras. Mi cuerpo se paralizó de espanto— ¡Un hijo! Imaginarás como me habré puesto de enfermo yo también, porque un hijo lo cambiaba todo. Los matrimonios pueden disolverse, un hijo no, y un bebé nuestro significaba establecer inalterablemente dos cosas que quería evitar con todo mi ser: Acabar definitivamente con mis esperanzas de volver a verte en las condiciones que acordamos alguna vez, y traer una vida al mundo para extinguir otra, o sea, la de Joohyun. No sabía cómo podría volver a mirarme al espejo si conseguía embarazarla, y de todas formas, aunque ya tenía todos los planes ideados para rebelarme, ese pánico condicionado en mi interior me arrastró por un breve tiempo a hacer los intentos. La rigidez estoica de Joohyun durante el acto y como después se iba a llorar al patio son imágenes que me costaron mucho tiempo quitar de mi cabeza, y la que nunca me quitaré fue esa que puso su definitivo fin a mi vacilación. Una noche después de otro horrible intento, decidí seguirla hasta el patio y velar que no se estuviera haciendo daño, cuando me di cuenta de que llorar no era lo único que hacía. La vi retirar con rápida torpeza un rollo de pasto y desenterrar un frasco de anticonceptivos del cual sacó 3 pastillas que se tragó con implacable ahínco. “Incluso si me cuesta la vida, no traeré a un hijo al mundo para que estos locos lo destruyan como a mí” Repetía frenéticamente en un mar de lágrimas, y entonces supe que no podía aguantar más.

 Sungmin necesita respirar una vez más, y esta vez parece conseguir la energía que estaba buscando pues se yergue firme.

—En ese mismo instante me vestí, le pedí a las sirvientas que la prepararan a ella junto con todo su equipaje, y luego me la llevé al aeropuerto donde le compré un par de emparedados, un celular, un pasaje de avión a Suiza y además le di 10,000,000 wons en dólares. Una vez volví al auto, le entregué todo y vi la interrogante en sus ojos sin brillo, le dije: “Hoy es nuestro día de suerte, vamos a separarnos, pero en cuanto se sepa, las cosas van a ponerse feas, así que necesito que te vayas y te mantengas oculta hasta que yo te contacte. No debes preocuparte por tu hermano ni por ti. En caso de que salga todo mal, yo me encargaré del bienestar de ambos, y por favor… perdóname por todo lo que te he hecho pasar”. A ella le costó varios segundos reaccionar, pero en cuanto se dio cuenta de que le estaba hablando en serio, empezó lentamente a gimotear hasta derrumbarse sobre mí en un llanto desconsolado y en palabras ahogadas de agradecimiento. Vi su alma volver a través del brillo reviviendo en sus ojos y en la primera sonrisa sincera que me mostró. Me estaba perdonando, en ese momento y así de fácil, y entendí que, como muchas personas que habían sufrido más de lo que corresponde para una vida, ella hace rato había dejado atrás el rencor, el deseo de venganza y cualquier tipo de ira, y solamente podía pensar en el momento en que se librara de su sufrimiento. Ahora que lo había conseguido, a ella no le importaba nada más que disfrutar lo tan anhelado. En ese instante perdí finalmente toda la compostura, y entre lágrimas, necesité hacerle entender que yo nunca había querido ser partícipe de la extensión de sus males ni de todo el daño que nos causé al consentir ese matrimonio. Le confesé todo: Que fue el temor a mi padre y nada más lo que había motivado mis acciones, y que nunca tuve la intención de volver a alguien tan infeliz como lo era yo. Le dije sobre la crianza que había recibido de él, del temor patológico que tenía a su desaprobación, de cómo había terminado en el internado sufriendo horribles males sólo para darle gusto, y también de cuando conocí la felicidad al encontrarte y cómo dolorosamente había tenido que dejarte atrás para seguir cumpliendo sus expectativas…

 Mi corazón late con fuerza y mi rostro enrojece por mil emociones mezcladas, por suerte el parece demasiado centrado en su relato como para notarlo.

— Conmocionada tras oírme hablar, lloró, esta vez por mí, y me pidió perdón por haberse dejado llevar por la ira y no notar que yo era un títere más en su pesadilla, y en agradecimiento por mi sacrificio, dijo que me pagaría por el resto de su vida con su amistad incondicional y la garantía de que nadie sabría lo que yo le había confesado —Continúa con una pequeña sonrisa, notablemente más tranquilo— “Ahora que te has dado cuenta que dejarte dominar por tus temores sólo te traerá insatisfacción el resto de tu vida, debes hacerles frente y buscar tu felicidad, Lee Sungmin” Fue lo último que me dijo con una maravillosa sonrisa ya parados en la fila de abordaje. Luego me dio un beso en la mejilla, el único por voluntad propia que me dio en todo nuestro matrimonio, y desapareció por el túnel que la llevaría a su libertad.

  Sungmin hace una pausa para serenarse. Rápidamente, suelto sus manos y nos sirvo soju a ambos, el cuál el recibe con semblante agradecido.

 Un destello de orgullo aparece en su mirada perdida en recuerdos, uno que rápidamente desaparece al cambiar su gesto.

—Fueron las palabras de ella y su burbujeante dicha y gratitud las que impidieron que me derrumbara por el pánico y me impulsaron horas después a presentarme en la oficina de mi padre. Sus ojos me atacaron de inmediato al ver mi apariencia, y al revelarle tembloroso lo que había decidido, el asesino gesto de su rostro casi me hizo vomitar y desmayarme al mismo tiempo.  Vi su temple esfumarse por primera vez en la vida cuando indignado se levantó al ver que no obedecía sus repetidos mandatos de ir a casa a asearme y olvidar las tonterías que estaba diciendo. “¿Te das cuenta de que tus caprichosas rebeldías pueden acabar con nuestro prestigio? Yo soy tanto el jefe de esta compañía como tu padre y te prohíbo divorciarte. No está sujeto a debate, vas a hacer lo que yo te diga” Me dijo con la voz alzada y la incomodidad deformando su rostro. Yo apenas podía sostenerme, sentía que estaba en el infierno, y de todos modos me animé a responderle lo que tanto había ensayado en la madrugada: “Es cierto que usted es el dueño de esta empresa y mi padre, más eso no lo hace dueño mío o de mi esposa, y ser mi padre no le da el derecho a exigirnos vivir en un matrimonio sin felicidad y amor. No voy a seguir alejándome de lo que quiero en la vida para darle en el gusto, padre, quiero la libertad de elegir lo que me parezca mejor para mí, y si ciertas decisiones sobre mi vida molestan a algunos de nuestros socios, yo recomendaría cortar lazos con dichas personas porque su interés mal dirigido no servirá para el crecimiento de nuestra compañía, así como recomendaría destituirlo a usted si siente la misma clase de malestar”. Recuerdo con tal viveza ese momento puesto que furioso, se acercó a mí y me atacó como nunca en la vida: Me miró de frente y luego de arriba abajo, con el desagrado más grande que alguien pueda proyectar con su rostro. En mi mente reviví la pesadilla más grande que tuve de niño, que detrás de esa expresión se hallaba un demonio que enloquecería y me mataría a la primera provocación de su ira. Los segundos que me miró fueron interminables, sentía como si absorbiese mi energía y estuviera descubriendo en el proceso todos mis secretos. No sabes el miedo que tenía, Kyuhyun, no entendía como alguien que se alimentaba así del miedo podía ser mi padre. Finalmente, se hartó de torturarme, cerró los ojos y suspiró fuerte. “Más vale que no te arrepientas ni equivoques, pues ya no estaré para guiarte” Concluyó y acto seguido abandonó con calma la oficina mientras yo me dejaba caer en el suelo dando rienda suelta a todos los espasmos y sollozos que estaba conteniendo.

Otra vez luciendo descompuesto, Sungmin respira hondo y vuelve a acomodar su mano en las mías.

 —Después de ese día, creí que me desheredaría y se encargaría de destruirme— Continúa—Nada de eso pasó. Al día siguiente me presenté tentativamente en la oficina a ver qué me esperaba por haber confrontado sin armas a mi mayor demonio, e increíblemente, todos me trataron igual que siempre, incluso mi papeleo era el mismo que había dejado la última vez. Todo estaba como si nada hubiese pasado. Lo único distinto fue que mi padre no se presentó ni ese día ni en los venideros. Su inasistencia había sido avisada sin ofrecer explicación alguna y por tal, todos sus empleados directos empezaron a preguntarme al respecto. Les dije que compartía la confusión y tampoco había recibido información de su parte, pero esa explicación les satisfacía tan poco como a mí, así que a pesar de horrorizarme la idea de volver a verlo a tan poco tiempo de nuestro quiebre, 3 semanas después me animé a visitarle. Mi madre me abrió la puerta ese día y tuve enseguida un mal augurio al ver sus ojos vidriosos pasar de la angustia al alivio cuando me vio, y sin decir nada, me llevó hasta su dormitorio. Ahí se encontraba el abogado y el médico familiar, los eternos confidentes de mi padre, y él en cuestión, reposando en su cama, agonizante, deshecho, convertido al fin en humano. Lo vi en el destello de sus ojos que apareció tan fugaz como desapareció mientras sus párpados se cerraban para siempre por más que el doctor intentara reanimarlo. Era inútil, él había fallecido liberándome del miedo que siempre le tuve con los mismos ojos que lo provocaban. Entenderás que después de ese nada esperado shock, me fue explicado todo aquello que sólo las 4 personas ahí habían sabido: El cáncer, los planes de mi padre, la paz con la que se había ido, y lo más sorprendente, su decisión final de heredarme absolutamente todo a mí —Sungmin ríe levemente con ironía, y yo no hago otra cosa que ensimismarme más y más mientras escucho— Mi madre, mi hermano, sus socios, sus negocios y todas sus posesiones materiales son mencionadas en el testamento como seres o cosas cuyos futuros están sujetos a mi exclusivo criterio. En otras palabras, había sido elegido su sucesor, un siguiente él. Que sus exigencias cada año pasaran límite tras límite hasta que yo sintiera la necesidad de imponer mi voluntad ante él, siempre había sido parte del plan para llegar a ese momento. Todo había estado calculado ¿Puedes creerlo?

 Yo guardo silencio ante la necesidad de digerir la información. Sungmin entiende y con su mano libre toma un poco de kimchi. Dirijo medrosamente mi mirada hacia él. Luce compuesto otra vez y me sonríe levemente para confirmármelo.

—¿Y qué pasó después? — Pregunto al fin, tratando de parecer igual de tranquilo. Él suspira.
—Bueno, sé que dije hace un rato que el deceso de mi padre nos trajo mucha tranquilidad y un nuevo comienzo a quienes habíamos vivido bajo su mando, pero no me creas desalmado o algo así. Claro que de todas formas el suceso me afectó muchísimo, y sumada todas esas revelaciones de golpe, necesité tomar unas largas vacaciones, las cuales dividí entre meditaciones solitarias y asesoramiento psicológico para ordenar mis ideas y ser guiado a las decisiones correctas. Pensé mucho, analicé mi vida, todas sus cosas buenas y malas. Reflexioné una vez más sobre la crianza que recibí, y de repente me vi comparándola con la tuya, y en las razones de tu obediencia y la mía— Revela mirándome fijamente a los ojos. Mi corazón vuelve a exaltarte— Tu motivación no era sólo el amor hacia tu padre, también lo era la certeza que tenías de su buen juicio y lo integro de sus acciones y mandatos. Veías sensatez en él y te guiabas por ella, resultando en la docilidad con la que doblegabas tu voluntad ante la suya. Al contrario, yo era empujado por el miedo, sin tener realmente en buen concepto muchas de las acciones y pensamientos de mi padre. Detestaba su idea de una familia perfecta y su desalmado y arcaico estilo de crianza. Lo detestaba a él y tener que verlo a la cara, prueba de ello es que no noté los síntomas del cáncer reflejados en su apariencia hasta que tiempo después vi fotos suyas de sus últimos meses. La única distinción que le atribuía era haberme heredado todo, porque me di cuenta: Yo, teniendo ahora el poder, podría arreglar cada cosa arruinada, incluida mi vida. No importaba que tan conmovida hubiera sonado mi madre al explicarme los motivos de mi padre, era sin duda lo más estúpido que había oído en mi vida. Había maneras 1000 veces mejores de volvernos a Sungjin y a mí tan capaces como lo éramos en ese momento, sin ser necesario privarnos de afectos y reconocimientos como él había hecho. Fue ahí cuando acabé mi descanso y me puse manos a la obra.
—¿Y qué hiciste? —Intervengo ansioso de oírlo.

 Él cierra sus ojos, respira y al mirarme de nuevo, vuelve a sonreír con el mismo encanto y confianza de los primeros instantes de nuestro reencuentro.

—Todo, Kyuhyun—Responde con los ojos brillosos— Primero resolví lo de Joohyun. Sus padres, que no se dieron cuenta de su ausencia hasta que yo se las mencioné, se encolerizaron al saberse burlados y estaban decididos a buscarla en cada rincón del globo. Sus intentos frenaron cuando los amenacé de cortar todos nuestros negocios y arruinarles su reputación a cada lado que fueran si no la dejaban en paz. Negocié la libertad de Joohyun asegurando que nuestro divorcio se llevaría a cabo bajo máxima discreción y me haría cargo de ella hasta que pudiera valerse por sí misma, de modo que no necesitaran darle ninguna ayuda o atención aparte de los documentos necesarios para que pudiera ingresar al politécnico de Zúrich. La disputa fue larguísima, pero la codicia los venció y terminaron accediendo a regañadientes. Mientras pasaba eso, vendí todas las frías propiedades familiares y las ganancias las invertí en una casona en las cercanías del monte Namsan donde además mandé a construir un taller de pintura y un gran invernadero para que mi hermano y mi madre pudieran tener la vida tranquila que siempre soñaron. Sobre nuestros negocios, sabes que siempre amé nuestras colecciones de vajilla y platería tanto como mi padre las amó alguna vez, así que dejé el proceso de diseño y manufactura intacto, sin embargo, invertí en mejoras a todas nuestras instalaciones y cambié muchas de nuestras políticas de empresa, propicié el flujo abierto de opiniones en la mesa directiva y me aventuré a buscar inversionistas y tratos en zonas a las que mi padre nunca quiso arriesgarse. La compañía ha crecido más que en décadas y tanto la producción como la moral han aumentado al menos un 30% en estos últimos 3 años. Y…bueno, eso es lo que he hecho a grandes rasgos ¿Y sabes qué me dijo la psicóloga luego de que le contara todo esto?

Al ver su emocionada expresión inquisitiva sobre mí, espabilo de golpe.

—¿Qué te dijo? — Le pregunto con una pequeña sonrisa.
—Que yo sabía perfectamente cómo sanarme a mí mismo y no necesitaba ir a su consulta nunca más— Exclama con gran satisfacción—Me sentí tan gratamente sorprendido que no fui capaz de contradecirle.  Desde que tomé el mando de mi vida, por primera vez sentía mi espalda libre de peso y el aire puro fluía directamente a mis pulmones, y las sensaciones mejoraron al ver que mis acciones causaron el mismo efecto en los demás. Mis empleados lucen satisfechos, Sungjin está entrando tranquilamente a la adultez, Joohyun en cada visita que le hago me asegura que me dedicara el Nobel cuando lo gane, e incluso mi madre, renuente a demostrar abiertamente su alivio ante la ausencia de su esposo, se ve más saludable y relajada gracias a la influencia de la naturaleza. He logrado por fin traer paz y felicidad a mi entorno y la calma que eso me ha dado es impagable.
—No obstante…—Objeto con timidez—No parece que hayas buscado felicidad para ti como la que has conseguido para la demás gente en tu vida.
—Sí, bueno…—Reacciona él mientras su energía se apaga de súbito y su mirada se pierde nuevamente en la pared— Todas las cosas que he hecho me han tomado mucho tiempo. Supongo que por ahora… la tranquilidad es suficiente…

 Ambos nos quedamos en un enrarecido silencio, y como pasándome la cuenta, el aturdimiento que he sentido durante todo su relato me produce un subidón de temperatura, adrenalina y desconcentración.

—Ne…Necesito ir al baño— Me excuso, levantándome con rapidez y torpeza— Vu-vuelvo en seguida.

 Sin más explicación o cortesía, me acelero en abandonar el cuarto y entrar al baño destinado para nosotros. Cierro la puerta con pestillo y apoyándome en la pared dejo caer todo mi peso. Con la respiración faltándome, me miro al espejo y noto el potente sonrojo en mis mejillas, luego pongo una mano en mi pecho y siento mi corazón golpeando rápidamente. Son las confesiones de Sungmin las que me consumen, frente a mis ojos no dejan de pasar su divorcio, el fallecimiento de su padre, su reciente independencia, su determinación para cambiar su vida y el hecho de que no sea feliz a pesar de todo el éxito que ha logrado. Todo desemboca en una cosa: La imposibilidad de estar con él que di por hecha hace años resulta que no es real. Estamos aquí reencontrándonos y todas las cadenas que nos impidieron estar juntos o que nos buscáramos posteriormente se destruyen frente a unos ojos que perdieron toda esperanza de que eso pasara.

 Somos libres, y él voluntaria o involuntariamente ha estado esperando por mí.

 La sonora carcajada de burla hacia mí mismo que se escapa de mis labios resuena por toda la habitación a pesar de mi esfuerzo por cubrirme con mis manos.

—Carajo, ¿Qué es esto? — Susurro entre risas más discretas.

 ¿Es que acaso no he cambiado nada? ¿Sigo siendo un adolescente ingenuo, cobarde y estúpido? ¿Cómo pude creer que dar por muerta una esperanza es lo mismo que matar un sentimiento? ¿CÓMO PUDE CREER QUE MIS SENTIMIENTOS QUE HAN PERMANECIDO INAMOVIBLES EN MI INTERIOR IBAN A CAMBIAR FUERAN CUAL FUERAN MIS POSIBILIDADES? ¡Suprimir el dolor y suprimir un sentimiento no es lo mismo! ¡Ninguno de mis logros, sonrisas, carcajadas, relaciones, conocimientos, viajes y alegrías en todos estos años significan superación!  ¡Casado, soltero o viudo yo volvería a caer por él! ¡Era tan obvio!   

—Qué superado ni que ocho cuartos, idiota— Me susurro, esta vez tapándome el rostro.

Y estamos libres ahora.

Él y yo.

Yo y él.

 Libres.

 Y ya no soy tan tonto como para ignorar o renegar sus señales: Sus ojos llenos de significado, su atesoramiento de nuestros recuerdos, su carencia de rencor hacia mí, su confidencia con su ex esposa sobre nuestra relación, nuestro eternamente cercano lenguaje corporal, su fuerte abrazo, sus manos entre las mías, esa sinceridad que siempre esperé, sus bellos sonrojos, su inconforme vida a través de estos años, su firme presencia aquí, su temor en espera de un algo, todo él…

Aún siente algo por mí ¿No es así?

¿Él me amaba?

¿Él me ama aún?

¿Él y yo nos amamos?

 Mi corazón parece a punto de estallar al ser la primera vez que contemplo estos pensamientos como algo que sí puede ser permitido aquí y ahora mismo. Como si de repente hubiera vuelto al momento en que descubrí que estaba enamorado de Sungmin y pudiera hacer algo distinto a irme para siempre. Aquí estoy de nuevo con 18 años recién cumplidos, tan perdido, tan destrozado y lleno de miedo y energía volátil.

—Dios mío, Dios mío…— Gimoteo, refregándome con fuerza el rostro, y con el cuerpo tembloroso por la adrenalina me incorporo nuevamente.

Bien, al diablo. Si algo me ha demostrado una vida de errores es que quedarme parado torturándome mentalmente no sirve ni la millonésima parte de lo que sirve moverme y averiguar lo que me perturba, sobre todo si esta podría ser la respuesta que defina el resto de mi vida. Este martirio no puede seguir, ya no es necesario.

Con un poco más de auto-dominio con el que entré, salgo lentamente del baño. En el pasillo inhalo una gran cantidad de aire y lo dejo ir mientras tomo el pomo de la puerta del cubículo.

“¿Sus labios serán tan deliciosos como solían ser en el pasado?”

Pienso fugazmente y entro a la habitación.


Continuará…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario