Capítulo
3: Difícil pero cálido, cansador pero alegre.
Eran
las 21:00 PM en punto. La ciudad combatía las penumbras de una calurosa noche de
verano con el potente brillo de sus postes de luz y numerosos edificios y
tiendas. Más concentrado en eso que en lo que le rodeaba, Kyuhyun caminaba a
paso sereno en medio de la muchedumbre, con su maletín, una bolsa y su chaqueta
colgando del brazo izquierdo y un abanico de cartón refrescándolo con la ayuda
de su mano derecha. La gente pululaba a su alrededor como si estuvieran
confabulados para sofocarlo más, aunque era claro con solo ver sus caras que
cada quien a su alrededor sufría de su infierno personal, y si estaban ahí,
marchando moribundamente a su lado, era para encontrar la tienda con la
respuesta a una necesidad de cualquier tipo y nada más. Por su lado, el castaño
ya tenía su adquisición y ahora vagabundeaba sin rumbo, solo pensando.
Estaba
seguro como el infierno que a Sungmin le encantaría el presente que había
comprado por su primer aniversario de pareja. Era algo irresponsable de su
parte comprarlo el mismo día del festejo, pero nada podía hacer respecto a eso.
El tiempo no le sobraba desde que Jooyeon había llegado a sus vidas. De hecho,
resultaba irónico que hallara libertad un día Viernes después de hacer un turno
de 12 horas frente a un escritorio que le dejó el trasero cuadrado y los ojos
pesados.
No
obstante, no se quejaba. Ni de su empleo ni de nada. Había llegado a un punto
en el que, aparte de acostumbrarse a su nueva vida, se sentía en total armonía
con ella, y mientras caminaba,
derritiéndose por el calor y apretujado por la gente, siguió
reflexionando sobre eso.
Tras
esa noche en la que se derrumbó frente a Sungmin y se abrieron mutuamente los
corazones, la relación volvió a estar en paz y el alma de Kyuhyun se liberó de
un enorme peso. Sungmin es indudablemente su todo y saber su absoluta
permanencia a su lado, lo volvía el sujeto más feliz y aliviado sobre la faz de
la tierra. Sin embargo, toda ese pesar que había en su corazón, se volcó a su
cuerpo y al de su novio. Tenían una bebé ahora, la cual deberían incluir en su
día a día y saber cuidar a la perfección sin afectar la eficiencia en sus
empleos.
Kyuhyun tenía 6 meses más de prueba aún
después de la práctica y la titulación. Trabajaba en un hospital de excelencia,
sería un novato y tendría sueldo de tal hasta que convenciera totalmente a sus
superiores de sus capacidades. En cuanto a Sungmin, un recién graduado, sería
subestimado por todos sus colegas odontólogos hasta que el tuviera tanta
experiencia y postgrados como ellos.
Era
un reto enorme sin duda. Kyuhyun suponía que el haber permanecido como un
equipo sólido y funcional les permitió seguir vivos hasta poco más de 2 meses
después. Y como se puede asumir, no, no fue nada fácil avanzar. Ni siquiera con
las cosas pequeñas.
Al
día siguiente de haber registrado a Jooyeon, ambos decidieron que ya era hora
de contar las buenas nuevas a sus cercanos. Obviamente, recibieron variados
niveles de impacto y espanto por parte de los contactados. Uno de los más
destacados fue sin duda el de Ahra, la hermana mayor de Kyuhyun.
-¿Q-Q-Que
tienes…u-una hija?- Preguntó ella, atónita y quedándose rápidamente sin voz.
-Sí, noona. Es lo
que acabo de explicarte- Respondió el menor lo más amable posible a través del
teléfono. Temía que su impresionable hermana sufriera un infarto- No debes
preocuparte ¿Sí? Sungmin- Hyung está conmigo y lo hacemos bien. Tienes nuestra
dirección, así que si nuestro padre te da un respiro, puedes venir a visitarnos
cuando quieras.
-A-ah…
-¿Está bien, Ahra-
Noona?
-…
-¿Ahra- Noona?
-…
-Ahra- Noona, no me
asustes- Insistió el castaño, agudizando el oído para oír mejor lo que ocurría
desde el otro lado- ¡Hey! ¡Ahra- Noona!
Nada, no recibió
ninguna palabra. Lo único que se oyó fue un gran estruendo que hizo suspirar
cancinamente a Kyuhyun. Ahra aún no toleraba noticias impactantes sin
desmayarse.
-¡Por Dios! ¡Ahra!-
Su madre gritó horrorizada desde el otro lado, haciendo a Kyuhyun cortar en un
segundo la llamada.
Aquel
recuerdo hizo ver al castaño las cosas desde un punto de vista diferente: Había
logrado todo eso sin la ayuda de sus padres, a pesar de que estos aseguraron
que sin su apoyo económico él se volvería un pobre diablo sin oficio ni techo
en cosa de día, y que por ende, regresaría a ellos suplicándoles perdón y arrepintiéndose
de ser un invertido.
El
día en que se enfrentó a sus padres diciéndoles que amaba a Sungmin y se iría a
vivir con él quisieran o no, era para recordar. El quiebre con su familia fue
tal que su encolerizado padre tomó esposa, hija, pertenencias, negocios y se
marchó a China, donde nadie sabría que tiene un hijo marica que pudiera
arruinar su apellido.
Sin
duda, sus padres estaban cegados por el
dinero y por el deseo enfermizo de ser perfectos en todo aspecto frente a la
sociedad, por lo que incluso Ahra debía tener cuidado con sus acciones y mucho
más cuando se comunicaba en secreto con Kyuhyun.
El
castaño dejó sus pensamientos sobre ello. Un problema sin solución de esa
naturaleza solo le traía jaquecas y tristeza. Sabía que la forma de pensar de
sus padres no cambiaría y la suya tampoco. Dejar a Sungmin no entraba en sus
planes bajo ningún concepto. Su felicidad y estabilidad estaban con él y su
pequeña hija.
De
todas formas, era claro que lograron levantarse sin la ayuda económica de la acaudalada
familia Cho, pero hubiera sido imposible hacerlo sin sus amigos.
Como
si también fueran padres de la niña, Changmin y Sunny se comprometieron
totalmente con sus aproblemados amigos, así que cuando la rubia debió regresar
a su trabajo, se llevó consigo a la bebé. Por suerte ella había conseguido
trabajo en la guardería que disponía el hospital para los hijos de sus
empleados, así que aparte de tener a alguien de confianza velando por la
pequeña, la tenían cerca.
En
ese momento no se confiaban mucho de dejar en manos ajenas a Jooyeon, pero
siendo 2 personas que trabajaban todo el día no tenían otra opción, y en parte,
eso les aligeraba la pesada rutina que comenzarían y hasta el momento llevaban.
A
las 6:10 se levantaban, aseaban y vestían, terminando a las 7:00 para continuar con la bebé. Le cambiaban el
pañal y le daban su leche, si alcanzaba el tiempo comían ellos. Después iban a
tomar el autobús y llegaban a las 7:45
al hospital. Cruzaban un corto trecho entre la lavandería y la cafetería
para llegar al jardín de niños y entregar a la niña. Se devolvían por donde
mismo hasta quedar a mitad de distancia de sus destinos, se besaban dulcemente
sin que nadie los viera, se iban por sus caminos y a las 8:00 en punto uno
llegaba al piso de odontología y el otro a las oficinas de administración.
Durante
el día, a las 11:30, Sungmin (Quien ya tenía al tanto a su jefa de su repentina
paternidad), usaba media hora de su receso para el almuerzo en ir donde su hija
y darle su leche en la sala de lactancia junto a algunas extrañadas madres que
le daban pecho a sus bebés.
Ya
a las 14:30 usaba su media hora restante para ir a almorzar con su novio y
Changmin. Cuando los 30 minutos transcurrían, esta vez Kyuhyun iba a la
guardería a utilizar su tiempo restante para darle una papilla de frutas o
verduras a su hija.
Alrededor
de las 17:30 el trabajo terminaba si no había turnos. El primero en salir iba a
la guardería a buscar a Jooyeon y avisaba al otro por teléfono. No había tiempo
para esperar a nadie si querían que la bebé durmiera temprano. Cerca de las
18:00 PM el primero en llegar a casa se iba directo con la niña a la tina,
mientras el último llegar lo hacía una hora después cargando provisiones que
faltaran en la casa. Ya a las 20:00 PM la bebé caía dormida después de comer su última papilla y jugar con
sus padres, dejándoles libres para hacer tareas domésticas, descansar y
atorarse con comida. Poco después de las 21:00 PM, Changmin y Sunny los
visitaban para ayudarlos con alguna que otra cosa o bien para distraerlos con
una agradable conversación. A las 22:00 PM los amigos volvían a su departamento
y los padres seguían con sus quehaceres, preparando comida y reabasteciendo el
bolso de la bebé después de darle su último biberón. Entre las 23:00 PM y las
23:30 PM caían rendidos en la cama. El llanto de Jooyeon los despertaba de 1 a
3 veces durante la madrugada. Luego llegaban las 6:10 y todo volvía a comenzar.
¿Suena
cansador? Pues lo es. A veces, cuando el cansancio era extremo, se sentían como
un castillo de naipes, a punto de derrumbarse con un solo soplido. Pero lamentablemente rendirse solo traería
más problemas, así que no podían darse el lujo de hacerlo. Solo quedaba
palmearse fuerte las mejillas y seguir en busca de los muchos objetivos que
tenían, porque en verdad eran varios, más de los que se veían a simple vista.
Por ejemplo, cuando iban a ver a la bebé al jardín no era solo para
alimentarla. Ellos no tenían que hacerlo necesariamente, las parvularias podían
perfectamente alimentar a la bebé, pero eso significaba menos tiempo con sus
padres y eso no podía ser. La madre que había conocido Jooyeon en sus primeros
meses de vida se había esfumado, dejando un vacío preocupante en el interior de la bebé que ellos debían llenar. Sí o sí,
sus ojitos tenían que verlos como sus nuevos y definitivos protectores. Lograr
que los aromas, voces, rostros y latidos de Kyuhyun y Sungmin la hicieran
sentir más segura que con nadie en el mundo. Era eso o la bebé terminaría
buscando la seguridad y amor perdidos en el seno de una de las parvularias que
la cuidaban y de ser así, la pareja tendría muchos problemas con su
comportamiento.
Al
menos, hasta el momento, sabían que contaban con la simpatía de su bebita.
Podían hacerla reír, sabían cómo calmar su llanto y cada vez era menos
complicado entender lo que quería, cuidarla y dormirla. No obstante, en la guardería pasaba mucho más
tiempo despierta que con ellos, y las parvularias de seguro lograrían eso con
más rapidez. Era una desventaja sin duda alguna, una desventaja que solo les
provocaba jaquecas y que preferían ignorar Lo mejor era seguir haciendo lo
imposible para conseguir más valiosos minutos a su lado, y a la par, continuar
su infinito aprendizaje sobre cómo cuidar niños.
En
camino a la parada de autobuses, el castaño se desvió sin apuro a una de esas
tiendas que están abiertas las 24 horas. Se paseó un rato por los pasillos
hasta llegar a la sección de productos de higiene, tomó varios paquetes de
pañales hasta encontrar la marca que Jooyeon usaba y de paso, le recomendó los
mismos a una acomplejada madre primeriza que había tenido malos resultados con
otra marca en su bebé de 9 meses.
-Muchas
gracias por el dato- Agradeció ella, poniendo una mano en su mejilla y
suspirando con cansancio. Kyuhyun no había visto un rostro tan pulcro ,
brillante y lechoso desde que conoció a uno de los amigos de Sungmin- Aigooo,
de verdad que soy un desastre en esto, además mi Dongjin empezó a gatear hace
poco y parece un pirigüín de tanto moverse ¡Más fugas tiene!
Kyuhyun
sonrió entretenido en tanto la mujer hablaba. Parecía de su edad, pero hablaba
de forma pintoresca y única, como si imitara a una anciana dicharachera y medio
chiflada.
-No
debe preocuparse, nos sucede a todos- Contestó Kyuhyun cortésmente- Yo no sería
nada si no tuviera una amiga parvularia que sabe de estas cosas.
-Pero
no cualquiera comparte sus trucos. Tengo vecinas con hijos que solo saben
chismear malsanamente y cuando intento hablarles son cortantes y maleducadas-
Suspiró , negando con la cabeza y los ojos cerrados- Bueno, debo irme. Muchas
gracias de nuevo.
Ambos
se hicieron una pequeña venia y la mujer siguió su camino tarareando una alegre
melodía. Kyuhyun la observó sintiéndose todo un maestro sobre cuidado de bebés,
aunque tal y como verbalizó hace unos segundos, no sería absolutamente nada sin
Sunny.
Decididos
por seguir aprendiendo, las lecciones sobre paternidad continuaron durante
aquellas agitadas semanas, y como todos trabajaban el día entero, las clases se
trasladaron hasta los fin de semanas. Todo el Sábado y Domingo, Sunny
demostraba la gran pasión que tenía por su profesión enseñándoles de una forma
bastante…espartana. A gritos militares y amenazas , aprendían a vestir a
Jooyeon…
-¡No! ¡El pañal no
va así! ¡Porque si se hace en él, tendrá fugas y su ropa se ensuciará! ¡Vas a
hacerlo bien esta vez o haré que te
tomes el monstruoso intento de leche que preparaste hace un rato!
-¡No! ¡Por favor!
¡La muerte antes que tomarme esa cosa!
A
bañarla..
-¡Rápido! ¡Rápido!
¡Ya llevan más de 15 minutos bañándola!
-Es que ella quiere
jugar.
-¡Ya podrá jugar
después! ¡El agua se enfría y puede resfriarse! ¡Y si sucede, mientras yo la
llevo a pediatría, ustedes se irán a cuidados intensivos! ¿¡Entendido!?
-¡S-Sí!
A
jugar…
-¡No juegues con
ella de esa forma! ¡Si la agitas demasiado o le das muchas vueltas, tu camisa
tendrá un lindo decorado de leche vomitada! ¡Y te prometo que el olor te hará
vomitar a ti!
A
alimentarla…
-A lo largo de sus
primeros años, la bebé se alimentará solo de lácteos, verduras, frutas, carnes
y cereales. La bebé no comerá frituras, no comerá caramelos, no comerá cosas de
preparación instantánea como jugos en sobre y ramen de 5 minutos y no tomará gaseosa.
Galletas y chocolates solo comerá en ocasiones especiales.
-¿Y-y yogurt?
-Es lácteo, pero
toma leche y le basta con eso ¡Así que no! Y por último, lo que por sobre todas
las cosas no deben darle, son esos colados y picados* que venden en los supermercados.
-¿Por qué?
-¿¡Por qué!?
¡Porque es condenar a tu hija a una vida de obesidad y mala salud! Esas
porquerías son mierda mezclada con agua y mucha sal ¡Es veneno! Lo compran solo
padres perezosos que no tienen ningún respeto por la integridad de sus hijos y
que se excusan de no tener tiempo para cocinarles porque trabajan o tienen más
hijos ¡Pero son pamplinas! ¡Siempre hay tiempo si amas a tus hijos! Y ustedes
tienen manos, agallas y cariño por Jooyeon, así que aprenderán a cocinar de
todo lo que yo sé, por ello no quiero
verlos ni una sola vez dándole esa basura a la niña o los mataré ¿¡Estamos
claros!?
-Sí, lo estamos
-¡No los escucho!
-¡Sí, lo estamos!
Y
cosas en general…
-¡Corta con cuidado
sus uñas!
-¡Limpia su saliva
o mojará su ropa y estará húmeda! ¡Humedad significa resfriado!
-¡Abrígala más!
-¡No le hables como
estúpido a la bebé o ella hablará igual! ¡Modula bien!
-¡No la cargues de
esa manera o se te caerá de los brazos y voy a destriparte!
-¡Es hora de su
siesta!
-¡Es hora de su
otra siesta!
-¡Sigan
correctamente los horarios de dormir!
-¡Hazlo de nuevo!
-¡Así no!
-¡Así tampoco!
-¿¡Quieres morir!?
Aprender
sobre bebés nunca fue más tenebroso
Changmin
lo único que podía hacer era brindar apoyo moral a los que sufrían el infierno
y alejar cuanto se pudiera a Jooyeon cuando Sunny parecía lista para desollar a
sus padres.
-No, Jooyeonnie, no
mires a tus papis- Le ordenó Changmin con un tono cariñoso en tanto, a
distancia prudente, aguardaban por el fin de una de las lecciones de cocina- O
Soonkyu va a darse cuenta de nuestras presencias y nos convertirá en piedra.
Mejor vámonos en silencio a tu habitación ¿De acuerdo?
Agregó
caminando temblorosamente a un lugar seguro con la bebé en brazos.
Fueron
varios fin de semanas en los que la
pareja deseó que la tierra se los tragara, más eso no ocurrió nunca y a
contrario de todo pronóstico, los resultados de las sádicas clases fueron
haciéndose visibles así como el perfeccionamiento de lo aprendido.
Kyuhyun
reía incrédulo cada vez que recordaba que ahora podía preparar distintos
platillos y leche que, además de ser aptos para humanos, sabían bien. En ese
mismo instante reía mientras echaba kimchi a su canastillo de compras
sabiéndose capaz de prepararlo en 5 formas diferentes.
Buscó
algunas guarniciones, una botella de Gatorade, un paquete de fideos y luego fue
a pagar. A la salida, mientras buscaba la bebida energizante en la bolsa, pasó
por las afueras de una tienda de videojuegos. Su corazón se apretó
dolorosamente al ver en la vitrina un juego que deseaba hace tiempo y no podía
comprar. Su sueldo era para Jooyeon, el alquiler y su supervivencia
diaria. Lo que sobraba lo había
invertido en el regalo para su novio, y que ni soñara en comprar el juego el
próximo mes, pues con Sungmin comprarían más ropa para la bebé. Pronto
empezaría a estirarse sin parar y debían estar preparados.
El
hombre suspiró y con los ojos tristes se despidió abatido del juego. Trató de
animarse pensando que ese sufrimiento no era comparable con todo lo que había
atravesado a lo largo de esta nueva etapa en su vida. La bebé era muy bonita y
encantadora, pero desde que llegó nada había sido un lecho de rosas
precisamente, y lo que provocaba que algunas cosas se agravaran o se volvieran
una desventaja, era su lejanía con Sungmin. Claro, habían solucionado la
incomodidad y se veían a diario, más no tenían muchas oportunidades para ser
amantes. A veces Kyuhyun se contemplaba
a Sungmin y a sí mismo atendiendo juntos a la bebé y no parecían una pareja,
solo eran un engranaje cuyas dos piezas calzan perfectamente y podían avanzar
sin problemas.
Solo
eran un equipo.
Atrás
habían quedado las cálidas tardes en las que echaban raíces sobre la cama
charlando, comiendo, viendo películas o ahogándose a besos. Las noches ya no
eran terreno ideal para desatar sus pasiones y unirse en esa danza tan
magnífica como antigua que ellos llamaban hacer el amor, solo dormían o bien,
se levantaban para dormir a Jooyeon y así poder seguir durmiendo. Ni los
mensajes de texto sugerían cosas pícaras o dedicaban palabras de amor, solo
hablaban de ingredientes faltantes para la comida de la bebé, asuntos del
departamento y turnos que debían tomar en el trabajo. El romanticismo estaba
casi esfumado y Kyuhyun, quien estaba disfrutándolo por primera vez en su vida,
no podía tolerarlo. Amaba a Sungmin, moría por él, respiraba por él, se
obsesionaba por su presencia. Quería tirársele encima y hablarle de algo que no
fuera la rutina, quería que sus ojos se volvieran huevos fritos de tanto ver
televisión echados en la cama, quería gastar sus labios a besos y quería
hacerle el amor hasta que la última gota de su esencia estuviera en el interior
del otro, todo a la misma vez para demostrarle su desesperación. Su único
consuelo en su desesperación era saber que Sungmin estaba igual por él. Cuando
encontraban un minuto libre, no reparaban ni siquiera en palabras y tomaban los
labios del otro con una necesidad bestial.
Una
noche cualquiera, después de dormir a la bebé y en tanto se cocían unas
manzanas en una olla, vieron una oportunidad para reencontrar sus cuerpos
después de semanas. Los carnosos labios del menor se devoraban calinosamente la
boca de su presa y sus manos tocaban sin pudor la delgada cintura y el generoso
trasero bajo los pantalones del azabache. Y este no se quedaba atrás. Después
de haberle arrancado sin cuidado el cinturón al más alto, le bajó el cierre y
metió las manos adentro para atender el sexo de su novio. Lo que había entre
las piernas de Kyuhyun y las propias ardía más que elfuego calentando la olla.
Perder la cordura era cosa de segundos.
-Va-vamos a la
habitación- Susurró Kyuhyun con la voz de barítono, grave y sensual, cargada de
lujuria. Con calentura y todo no había olvidado que estaban en la cocina y que
Jooyeon podría oírlos.
-Ajá- Se limitó a
contestar el otro, tratando de recuperar el aire.
Más
no hubo tiempo para eso. Apenas aceptó Kyuhyun volvió a besarlo y mientras
apagaba torpemente la cocina y las luces, lo arrastró a la habitación. Al diablo con eso, era capaz de madrugar para
terminar de hacer la comida si podía cogerse a Sungmin esa noche.
Avanzando
a tropiezos por el comedor y usando sus manos para guiarse, se arrastraron por
las paredes cayendo finalmente sobre el colchón bajo las penumbras de la
noche. El mayor enredó sus piernas
alrededor del trasero del castaño, gimiendo despacio y con las mejillas arreboladas
por el calor exquisito que causaban los besos y lamidas del otro en su cuello.
A propósito de ello, pensó en como medio
mundo le preguntaría al otro día porque llevaba bufanda en pleno y sofocante verano.
- Eres una
sanguijuela- Rio Sungmin con un tono de voz aniñado, quitándole la corbata a su
novio.
-Sí, y no te
imaginas el hambre que tengo- Le contestó Kyuhyun, empezando a besar con una sonrisa perversa el
pecho del mayor.
Retiró
con más cuidado la pulcra camisa del pelinegro y terminó de quitarse la suya.
Se tomó un respiro para contemplar la belleza de Sungmin y pronunciar que lo
había extrañado. Los ojos del mayor destellaron igual que su sonrisa al
responderle que el igual lo había añorado como no tenía idea. Volvieron a unir
sus labios en un beso apasionado, dispuestos a probar una y otra vez la
ambrosía como tan merecido lo tenían. No obstante, nada de eso sabía Jooyeon
cuando empezó a llorar y espantó a sus padres a través del monitor. Kyuhyun se
quedó estático sobre el mayor, pensando en lo cerca, en lo tan malditamente
cerca que había estado de arrancarle los pantalones y los bóxer de un solo
tirón ¿¡Qué!? ¡¿Acaso ni con ver la desnudez de su novio podía complacerse!?
Respirando
muy hondo, el menor se incorporó.
-Yo voy, desnúdate
por mientras- Ordenó al mayor y salió literalmente corriendo a la habitación de
su hija.
Tratando
de ser lo más rápido y eficaz posible, le cambió el pañal a la bebé y volvió a
dormirla. Al lograr ambas cosas, salió cuidadosamente de la habitación y volvió
corriendo a la suya donde, para el pesar suyo y de su rabiosa erección, Sungmin
yacía dormido en posición fetal en el mismo sitio donde lo dejó, con los
pantalones atorados en las rodillas y los bóxer atrapados a mitad de su
trasero. El cansancio había ganado otra vez, porque si no era la rutina
pisándole los talones o la bebé reclamando sus atenciones, era ese desgano del
demonio envolviendo todo su cuerpo el que triunfaba.
Resignado,
le puso la pijama, lo acomodó bajo las mantas, se dio una ducha fría y se fue a
acostar.
-Lo siento…-
Susurró Sungmin con los ojos cerrados cuando sintió al otro acomodarse a su
lado.
-No importa-
Respondió el menor- Duerme bien.
-Podré hacerlo si
me das un beso- Pidió el otro, casi sin voz.
Kyuhyun
complació el deseo tomando dulcemente sus labios. Al separarse, Sungmin le
sonrió y se acurrucó en sus brazos.
A
veces Kyuhyun no sabía cómo sobrevivía sin ese Sungmin tan afable y sensual, y
menos como ambos sobrellevaban el diario vivir en esas condiciones. Tanto era
el pesar que tenían que al día siguiente de ese fallido encuentro, Kyuhyun no
soportó el sueño y la frustración, quedándose dormido sobre su tazón de arroz
en plena cafetería. Changmin, quien recién había cogido su almuerzo, corrió
hacia él apenas se percató y levantó la cabeza de su amigo jalándole sin
cuidado de los cabellos. Sin prestar atención al dolor y a que tenía el rostro
lleno de arroz y trozos de verduras, el castaño siguió durmiendo bajo la
atónita mirada del delgado pelinegro.
-Menos mal que no
era ramen- Susurró Changmin.
Y
Sungmin tampoco lo aguantaba muy bien. Después de llegar a casa, Kyuhyun lo
sorprendió sobre la cama durmiendo con la bebé sobre su estómago y el libro de
cuentos sobre la cara.
Por
un lado, era gracioso ver menuda escena, y por otro, tremendamente devastador
¿Qué tan cansado debió estar para quedarse con la bebé desprotegida sobre su
cuerpo? El corazón del menor se
oprimía pensando en esas cosas. Tanto
cansancio, tantos sacrificios, tantas preocupaciones ¡Tanto presión sobre sus
espaldas! A veces sentían que no respiraban viendo como el tiempo marchaba tan rápido y tan lento a la vez.
Debían estar corriendo de un lado a otro, procurando ser perfectos en el trabajo
y no atrasarse en la rutina que la bebé tenía. Los días se iban volando con
ellos siempre en estado de alerta, incluso cuando dormían estaban incómodos por
el miedo a retrasarse o fallar. No palpaban un descanso verdadero ni los fin de
semanas, y por ello esos días que pasaban tan rápido se sentían como un día
absurdamente largo y que nunca acababa. Ellos como humanos no siempre
resistían. Habían noches en las que uno o ambos no conciliaban el sueño por muy
molidos que estuvieran, ya que esas tantas cosas que llevaban en la cabeza se
divertían torturándolos, logrando en ocasiones hacerlos llorar refugiados por
la oscuridad y solo el consuelo que el otro le brindaba conseguía frenar el
llanto, eso si tenían suerte claro, a veces la desesperación lo cazaba en medio
de la soledad, y en Kyuhyun, mientras las gotas saladas resbalaban por sus mejillas, esas agobiantes
preocupaciones no eran las únicas circulando por su cabeza. Las voces de sus
antiguos vicios le llamaban desde algún rincón oscuro de su interior,
tentándolo a mandar todo a la mierda y regresar a una miseria que, al menos, le
alejaba de la realidad por unos momentos, a diferencia de esta que era realidad
pura.
Kyuhyun
caminó hasta el paradero de autobuses más cercano y esperó por el que lo
llevara a casa. Sacándolo sorpresivamente de un mar de pensamientos, su celular
timbró una vez anunciando que un mensaje había llegado a su Kakao talk. Abrió
la notificación y sonrió viendo el contenido. Sungmin le había enviado una foto
de Jooyeon estirada de pancita y cubierta solo por una gran toalla,
aparentemente a punto de llorar por su claro deseo de dormir en vez de haberse
bañado.
Debajo
de la foto se leía: “Jooyeonnie estuvo esperando largo rato por la llegada de
Kyu- Appa antes de ir a dormir, pero después del baño no resistió el sueño y se
largó a llorar. Ahora espera para que le des su último biberón”
El
hombre sonrió enternecido y contestó: “Kyu-appa llegará lo antes posible”.
Tal
vez no había gozado como él quisiera de su novio los meses recién pasados, pero
no había duda de que siempre lo había tenido a su lado. A pesar de todo,
Sungmin estaba sujetando su mano sin vacilar, y después de botar la última
lágrima de angustia, recordaba aquello y alejaba esas horrendas tentaciones. Y volvía
a ponerse de pie. Y seguía sobreviviendo. La convicción de que nada podía
derrotarlos regresaba a él, porque estaba haciendo lo correcto, luchaba por
mantener la felicidad a su lado. Tenía a la persona ideal amándolo tan
intensamente como él lo hacía, trabajaba en un lugar donde le ponían retos que
explotaban sus habilidades al máximo, contaba con dos estupendos amigos que no
lo cambiarían por 100 g de marihuana ni por nada en el mundo y gozaba de una
nueva oportunidad en la vida para hacer las cosas como él las quiere y no
siendo manejado como un títere por sus padres, y aunque la bebé nunca la había
planeado, no era un obstáculo o una pesadilla que estaba arruinando su vida,
era un motivo más para seguir luchando ¡Porque Dios que estaba cansado! Pero
cada vez que la veía estaba seguro de que era la personita más hermosa que
había visto en su vida, y desde el fondo de su corazón quería mantener el
brillo en sus ojos y esas tiernas sonrisas que enseñaba cada vez que le hacían
alguna gracia. Además, quererla era demasiado fácil. No importaba si estaba
riendo o haciendo un berrinche de los mil diablos, Kyuhyun cada vez la quería más. Precisamente, una madrugada en la
que prefería estar durmiendo más que cualquier cosa en el mundo, la bebé empezó
a llorar desconsoladamente. Viendo como Sungmin yacía inerte como un muerto a
su lado, se resignó a ser el quien la
fuera a consolar.
-¿Qué tal, preciosa?
¿Por qué tan sola esta noche?- Le habló con tono seductor después de entrar a
la habitación y tomarla en brazos- ¿Quién te ha hecho llorar? ¿Eh?
La
revisó por unos momentos. No había nada en su pañal, se había alimentado bien
durante el día y no estaba hinchada de gases. Barrió la estancia con sus ojos
pensando que tal vez algo la había asustado, más no encontró nada sospechoso y se
dispuso a pensar en otra posibilidad, pero antes de formular una hipótesis,
unos fuertes alaridos provenientes de afuera llamaron su atención. Al acercarse
a la ventana, vio sobre el techo de una casa que estaba cruzando la calle a 2
gatos peleando mientras se dedicaban agudos y fieros alaridos de lucha. Kyuhyun
tapó con la manta la cabeza de su bebé y abrió la ventana para imitar el
ladrido de un perro, logrando que los felinos escaparan despavoridos al
imaginar a uno de sus caninos enemigos
cerca. Satisfecho, el castaño cerró la ventana y volvió la atención a Jooyeon.
-No debes temerle a
los gatos bonita-Le susurró cariñosamente, meciéndola en sus brazos- Ellos rasguñan
y muerden cuando los molestas, pero más daño no hacen.
La
bebé soltó un par de gemidos en respuesta, mirándolo atentamente. Kyuhyun le
ofreció su dedo índice para que lo chupara.
-Además…Yo nunca
permitiré que uno te lastime- Agregó perdiéndose lentamente en el rostro de la
niña que de a poco se iba destensando- Eso, relájate. Appa estará aquí hasta
que te duermas.
Kyuhyun
permaneció inmóvil y mudo por varios segundos antes de continuar. Aún observaba
como la respiración de su niño se compasaba a un ritmo suave y cándido. El olor
a bebé envolvía sus sentidos y provocaba que esos sentimientos en su interior
crecieran aún más rápido.
-Appa siempre
estará contigo- Finalizó con un tono suave, pero muy seguro.
Y
él no era el único que se derretía por los encantos de esa pequeña niña. Una
dulzura especialmente intensa se inyectaba en su corazón cuando veía a Sungmin
totalmente embobado por Jooyeon.
-¡Aigo!
¡Aigo! ¡A nuestra Jooyeonnie le están saliendo sus paletas!- Celebró el mayor
una tarde después de revisar los dientes de su hija- ¡Y derechos!
-¡Gah!-
Gritó la niña, curiosa por lo que el azabache le decía, agarrándole los dedos
con sus pequeñas manitas.
-Sí,
derechos- Reiteró Sungmin, sonriéndole radiantemente- Mañana te compraré un
juguete especial para que lo muerdas ¿Eh?
Ignorando
lo que el pelinegro le decía, Jooyeon siguió balbuceando, meneando enérgica sus
piernas y tratando de tocar el rostro de su padre. El bajito no pudo más de la
ternura y la levantó de su silla y empezó a dejarle besos en la mejilla
mientras la elevaba, haciéndola reír estrepitosamente.
-¡Aigo! ¡Que
haremos contigo? Creces tan rápido que pronto serás más grande que este
edificio- Carcajeó el azabache, viendo cómo se movía alegremente dentro de su
traje de conejo rosado.
Contemplando
situaciones así, Kyuhyun sentía deseos de saltar y hacer chocar sus talones en
el aire. Se convencía de que todo lo hecho y sacrificado valía totalmente la
pena ¿Qué importaba un videojuego? ¿Qué importaba unos padres incomprensivos? ¿Qué
importaba el cansancio? ¿Qué importaba todo? Cada noche podía ver a las
personas que más quería a su lado, nada podía arruinar eso.
Después
de unos minutos esperando, el autobús llegó. Con una sonrisa amable pagó su
pasaje y el conductor le devolvió el gesto al entregarle su boleto. Siempre que
pensaba en las grandes ventajas de su familia parecía que el mundo le sonreía,
debía hacerlo con más frecuencia.
En
lo que duró el recorrido, se bebió con mesura la bebida energizante, sintiendo
al rato ocmo sus músculos cosquilleaban y sus ojos rebozaban de fuerza para mantenerse abiertos
por un buen rato. Tenía planes para hoy así que debía estar despierto sí o sí.
Se
bajó animado del transporte en cuanto paró, cruzó la calle y llegó a su
edificio. Ansioso por ver a su familia subió a su piso lo más rápido que pudo.
Sunny y Changmin no irían hoy a visitarles, él les había avisado que hoy
estarían ocupados por ser su aniversario, recibiendo al instante bromas sucias
de la rubia que le hicieron ganarse un buen tirón de orejas de parte de su
esposo.
Abrió
la puerta de su departamento, encontrándose con las penumbras inundando la
sala. Solo una pequeña luz destellaba por debajo de la puerta de su habitación.
Dejó su maletín, el regalo y las compras del día sobre la mesa, y caminó hacia
la habitación, más no había nadie. Supuso que el mayor se encontraba con la
bebé por lo que sin demora cruzó el comedor. En cuanto abrió la puerta, el
azabache se giró sorprendido hacia él, logrando una sonrisa instantánea en el
rostro del menor. Estaba con unos shorts oscuros y un polerón de lana del menor
que le quedaba grande y mostraba convenientemente parte de su hombro. En sus
brazos la bebé tomaba su última leche con los ojos cerrados y su pijama puesta.
-Te
tardaste- Comentó el mayor, sonriéndole.
-Aún
puedo darle el resto de la leche- Respondió Kyuhyun, adentrándose
silenciosamente a la habitación.
Dejó
un beso en el cuello y otro en los labios del azabache para después besar ña
frente de la bebita y recibir su cálido cuerpito en su regazo.
-¿Cómo
estás, hermosa?- Le susurró acomodándola y procurando que el biberón no se
saliera de su boca.
Sungmin
abrazó el estómago de su novio y apoyó el mentón en su hombro, permaneciendo
los 3 en un apacible y confortable silencio- De fondo la música del móvil que
había sobre la cuna de la bebé orquestaba la paz en la que estaban sumergidos.
Unos 5 minutos después, Jooyeon terminó su leche y Kyuhyun la acomodó para
sobar y palmear su espalda. La bebé cayó en un profundo sueño después de eso, y
sus padres se dispusieron a acostarla sin hacer mucho ruido. Suspiraron
dichosos al verla por fin dormida, aquello indicaba que habían superado otro
larguísimo día de la mejor manera y ver a Jooyeon ahí, tan hermosa, tan
saludable y tan tranquila era su premio.
Ya
listo para irse, Kyuhyun dio la vuelta, encontrando a su novio con la espalda
pegada a la puerta, con una mirada sugerente en el rostro. Lentamente, el más
alto caminó hacia él, lo acechó con los ojos ardiendo y acunó su rostro con el
más puro deseo de sentirlo en todas las formas posibles. Repasó sus labios con
las yemas de sus pulgares antes de hacerlos suyos con un hambre voraz, y el
otro entrelazó sus dedos con los que yacían sobre su rostro y se dejó besar
hasta que los pulmones le dolieran.
-Feliz
aniversario…- .Le susurró tan pronto se separaron.
-Feliz
aniversario, Hyung- Contestó Kyuhyun- Y que sean otros mil años más. De amor y
sanación.
Sungmin
le sonrió dulcemente en medio de la oscuridad, recibiendo un segundo y más
corto beso.
-¿Qué
me compraste de regalo?- Curioseó el mayor, matando totalmente el ambiente.
-Vamos
a ver- Le sugirió Kyuhyun, riendo por la particularidad del otro.
Tomó
su mano y abriendo la puerta, lo guio fuera de la habitación.
Sungmin
volvió a enamorarse de su novio en cuanto vio la bolsa de Kentucky fried
chicken sobre la mesa con lo que de seguro sería una gran porción de pollo
frito, papas fritas y aderezos para sumarle más sabor a todas esas frituras
llenas de grasas engordadoras. Cuando volvió en sí, se lanzó sobre el más alto
y le plantó un beso nada suave. Kyuhyun lo recibió apenas con los ojos como
platos y un pre infarto por la sorpresa.
Desde
que llegó Jooyeon, ambos comían apenas el almuerzo y algún bocadillo en la
mañana y noche por la clara falta de tiempo, y aparte de adelgazar como chicas
de algún grupo de idols, se habían tenido que adaptar a la dieta sana de la
bebé, por lo que extrañaban horriblemente comer cosas deliciosas llenas de
calorías y aceites putrefactos de sucursales de comida rápida. Aunque a decir
verdad, Kyuhyun nunca esperó que la reacción de su novio fuera tan explosiva.
-Woh,
me alegra que te guste- Comentó volviendo a respirar mientras el otro reía- ¿Y
que me trajiste tú?
-No
es gran cosa- Se avergonzó el mayor, tomando un paquete envuelto en papel de
regalo sobre el sillón- Es solo ese estúpido juego que querías.
Esta
vez fue Kyuhyun quien estalló en euforia y besó al otro apasionadamente. A los
pocos segundos lo soltó y se dispuso a romper la envoltura. Sí, efectivamente
era el mismo por el cual lloró fuera de la tienda de videojuegos.
-¿Qué
cosas dices? Es lo único que quería- Le agradeció el menor.
-¿En
serio?- Se sorprendió Sungmin- Yo lo veo bastante simplecito.
-Es
que tú no eres gamer, no sabes nada de esto.
-Pues
soy gay y suena parecido ¿Te sirve?- Reclamó el mayor cruzando los brazos sobre
su pecho en tanto el otro reía.
-Me
sirve para lo que quiero hacerte más tarde- Le susurró sensualmente al
oído, dejando un beso bajo este y un
sonrojo en las mejillas del mayor.
No
mucho después, se acurrucaron sobre el sillón y mientras veían la televisión y
comían lo que había traído el menor, pasaron un agradable momento juntos. Tal
vez no era un aniversario como ellos hubieran querido antes de la llegada de la
bebé, vestidos con atuendos elegantes,
comiendo en un restaurante de primera clase, compartiendo regalos caros y
pasando una velada mágica, pero estaban juntos,
atragantándose con frituras y siendo felices. Eso bastaba, incluso para un ex
niño rico como Kyuhyun y un soñador y ambicioso Sungmin. Además, en cierto
punto de la noche, Kyuhyun reveló que la comida no era su único regalo de
aniversario. Después de comer, sacó de su bolsillo un pequeño estuche con un
anillo. Era bastante sencillo por sus pocos ingresos, pero era inoxidable y
traía una leyenda que le daba más encanto que cualquier baño de oro o piedra
preciosa.
-“Te
amaré hasta el fin de los tiempos”…Vaya, que cursi eres- Bromeó Sungmin tras
leerlo- No obstante, espero que lo cumplas.
-Así
será- Respondió el más alto, acariciándole el cabello.
-Entonces
lo usaré cada día para que no lo olvides- Sentenció el mayor, poniendo
decididamente el anillo en el dedo meñique de su mano derecha.
Tras
contemplarlo la sortija por unos segundos, el mayor volteó y se acomodó
sensualmente sobre las piernas del otro. Frotándose descaradamente y entrando
en calor, se besaron de forma apasionada por un largo rato. Embobado por el
erotismo que despedía el cuerpo del bajito, Kyuhyun no aguantó mucho sin ser él
quien estuviera encima controlando la situación. Volteando como pudo sin
caerse, enjauló con su cuerpo a Sungmin, recorriendo con sus manos las
torneadas piernas y besando sin piedad el cuello. El pelinegro de a poco
soltaba ahogados suspiros cada vez más fuertes, las caricias de Kyuhyun le
enloquecían y sus miembros encontrándose provocaban una sensación exquisita.
-¿Estás
cansado?- Consultó Kyuhyun, con claras intenciones de querer llevarlo a la cama
y tirárselo hasta que sus cuerpos cayeran exhaustos.
-N-no…-Contestó
el mayor acariciándole la espalda – Me tomé 7 tazas de café antes de que
llegaras.
-Perfecto-
Kyuhyun sonrió perverso- Pero… ¿Crees que Jooyeon despierte?
-No
lo sabremos hasta que suceda, así que por mientras vamos a seguir- Ordenó
Sungmin acercándolo de un tirón para que siguiera besándolo.
Sin
emitir protesta a la orden y sin soltar los labios del bajito, Kyuhyun le ayudó
a levantarse y juntos se arrastraron a la habitación. Dejaron un nido de ropa en
el suelo y la cama al celebrar de un delicioso y excitante juego previo, y más
interesante que lo normal se tornó el encuentro cuando Kyuhyun notó que no era
el único en hacer sorpresas al descubrir que los bóxer de Sungmin sabían a
vainilla y eran comestibles.
-Eres
un chico malo, Lee Sungmin- Atajó el menor con mirada y voz pérfida, comiendo un pedacito de lo que rodeaba el
miembro encendido y duro de su novio.
-Mira
quien viene a hablar- Le respondió el mayor, algo cohibido por su atrevida
idea.
El
menor se entretuvo un largo rato con las piernas del mayor enredadas en su cuello
en tanto le sacaba gritos celestiales y llenos de lujuria. El poder que podía
lograr sobre Sungmin era uno de sus mayores fetiches, ya que en la cotidianidad
el mayor era fuerte, decidido y una bestia si lo necesitaba, pero en la cama
era tan vulnerable que lo podía poner a su merced hasta que sus deseos de
enterrarse en él fueran incontrolables. Y en tiempo de sequía no pasó mucho
para eso.
-¡Ah,
la puta madre! ¡Me encanta hacerte el amor!- Gritó el castaño tocando la gloria
con cada embestida certera y profunda que le daba al mayor.
-Joo…Joooyeon…no
tiene…porqué escu-charte gritar…esas cosas…- Lo regañó Sungmin sujetándose de
las sábanas mientras veía sus pies agitarse a poca distancia de su acalorado
rostro.
-Hay
que aprovechar que no entiende- Bromeó el menor.
-Idiota…-Respondió
el otro riéndose, no logrando contener un grito cuando Kyuhyun llegó a ese delicioso
punto en su interior- ¡Ay, Dios!
Aprovechando
esa distracción, el más alto tomó su boca y soltó sus piernas para quedar en
una posición más cercana a su amante, apoyándose en sus codos y acariciándole
el rostro. Gimiendo hasta que la garganta le doliera, Sungmin lo abrazó con
brazos y piernas, aferrándose a él como si fuera un koala.
-Te
amo- Le dijo en medio de un beso.
-Y
yo a ti, precioso- Le contestó Kyuhyun, sonriendo.
La
bebé no despertó en todo el rato que estuvieron unidos, permitiéndoles
disfrutar totalmente en momento.
Rendidos
después del orgasmo, se abrazaron complacidos, esperando a que el aire volviera
a sus cuerpos, y en honor a una celebración empalagosa de pareja, se
entretuvieron largo rato chocándose las narices y dándose pequeños besos. Cuando
la energía empezaba a volver a sus cuerpos, los inocentes juegos fueron
volviéndose nuevamente perversos e intensos. Entusiasmado por gastar las
energías de la bebida que se había tomado, el menor se puso en posición arriba
del azabache.
-¿Ya
quieres segunda ronda, conejito?- Le insinuó.
Sin
embargo, antes de que el mayor accediera, el ya conocido llanto de la bebé se
escuchó fuerte y claro por el monitor.
-Bueno…
Al menos nos dejó terminar la primera- Suspiró
Kyuhyun tratando de ver el lado positivo, levantándose pesadamente de la
cama.
-Te
voy a esperar despierto esta vez- Le aseguró el mayor, separando y cruzando las
piernas, aprovechándose de su completa desnudez para dejar bizco al castaño-
Así que apresúrate.
-En
serio te estás ganando un castigo bien grande, Lee Sungmin- Advirtió Kyuhyun,
poniéndose la ropa interior y casi tropezándose al correr como un poseso a la
habitación de la bebé.
Riéndose
y tratando de echarse aire fresco con las manos, el mayor aguardó por el
regreso de su novio, hasta que la voz del susodicho lo distrajo a través del
monitor de bebés.
-Aigooo
¿Qué pasó, nena? ¿Te hiciste en tu pañal? ¿O acaso Min-appa te despertó? A-ah...¿Lo
escuchaste gemir? Es un sucio ¿Verdad?
El
pelinegro se incorporó de golpe y sin ponerse nada encima corrió a la
habitación de Jooyeon.
-¡Yah!
¡Cho Kyuhyun!- Le llamó indignado y rojo como un tomate- ¡No le digas esas
cosas a nuestra bebé! ¡No quiero una versión femenina de ti!
Así
una semana terminó y como las clases espartanas de Sunny ya habían concluido,
los 3 gozaron de 2 días de descanso contagiados por la alegría de un
aniversario, logrando enfrentar con más ánimo y vigor el día Lunes. Aquel día
en la mañana la rutina comenzó tranquila y optimista, incluso Jooyeon estaba
más enérgica sintiendo el buen aura de sus padres.
-¿Por
qué estás despierta? ¿Eh?- Le habló Sungmin cuando ya estaban acomodados en el autobús
por la mañana- ¿Tienes ganas de jugar, bonita?
La
bebé respondió agitando sus brazos hacia los dos hombres con los ojos bien
abiertos. Ambos se miraron, sonrientes, deseando no tener que dejarla en la
guardería. Ya añoraban tener todo el tiempo del mundo para estar con ella y ver
el día en que los aceptara totalmente como sus protectores, pero
lamentablemente, las cosas no eran así y apenas bajaron del autobús caminaron
hacia el jardín de niños.
-Aigo,
nuestra Jooyeonnie ya está aquí- Celebró una de las parvularias después de que
Kyuhyun tocara el timbre del lugar y ella apareciera para abrir la puerta.
-Aquí
están sus cosas- Dijo el castaño entregándole el bolso- Vendremos en los mismos
horarios de siempre. Por favor, cuide bien de ella.
-No
se preocupe, la cuidaré con mi vida- Concedió ella, con una maternal sonrisa-
Vamos, preciosa.
Agregó
estirando los brazos para tomar a la niña, no obstante, algo nunca antes visto
para ellos sucedió. Cuando estaba a punto de pasar a los brazos de la amable
mujer,la bebé empezó a agitarse incómoda, clamando por volver con Sungmin.
Sorprendido, el azabache volvió a recibirla y la afianzó intentando calmarla.
-¿Qué
pasó, cariño? ¿Por qué te enojas?- Preguntó Kyuhyun acariciándole una de sus
mejillas ocn tres dedos, recibiendo solo más gemiditos angustiados de la niña.
-Debe
ser porque ya tiene 8 meses- Intervino la amable pelinegra- La bebé empieza a
independizarse y eso le asusta, por lo que solo quiere estar con papá y mamá…en
este caso, papás..
Ignorando
el sonrojo en las blancas mejillas de la parvularia, la pareja encontró con
emoción sus miradas. Duraron así varios
segundos, no había necesidad de decir nada, sabían lo que significaba y
preferían enfocarse en disfrutarlo.
-Tranquila,
volveremos pronto- Le dijo Sungmin acariciando su cabecita- Todo va a estar
bien.
-Siempre
estamos pensando en ti y te estamos protegiendo. En la tarde jugaremos mucho
¿De acuerdo?- Secundó el menor, dejándole un beso en la mejilla a la más
tranquila bebé.
Intentaron
nuevamente entregársela a la mujer, y aunque la pequeña volvió a quejarse, esta
vez no se removió y solo miró con un puchero a sus padres mientras la pelinegra
cerraba la reja y se alejaba de ellos. Sin desconectar la mirada ambos se
despidieron con la mano hasta perderla de vista.
Se
devolvieron poco después por el mismo sendero para llegar a sus trabajos.
Aprovechando la soledad del camino y se tomaron las manos hasta llegar al punto
donde debían separarse. Se abrazaron con fuerza y dulzura, felices por la vida
que les había tocado, no importando lo dura que fuera en ocasiones. Estando
juntos eran los más fuertes del mundo y lo sabían.
Kyuhyun
tomó los labios de su novio por unos instantes, masajeando meticulosamente todo
el deseo por esa deliciosa boca que tenía el bajito. Al distanciarse se miraron
sonrientes.
Todo
estaba en orden, podrían con esto.
Continuará…
Bonus ghei ♥
Un
sábado de verano había llegado y la familia se derretía dentro del
departamento. Con o sin ventilador el calor los sofocaba por lo que tras una
decisión unánime, incluyendo la bebé, andaban solo en ropa interior… y en
pañales en caso de la pequeña. Sentado en el sillón con Jooyeon en brazos, Kyuhyun se echaba viento con su abanico de
cartón viendo uno de esos alegres y coloridos programas para bebés que
disponían la televisión pagada, mientras Sungmin preparaba un jugo de naranjas a
la niña quien a pesar de las insistencias, se opuso rotundamente a tomar una
mamila de leche tibia en tan infernal día. Terminada su labor, el chico chupó
del biberón un poco del refrescante jugo y luego se lo entregó a Jooyeon. La
niña lo miró fijamente, como si supiera lo que había hecho.
-Oye,
yo también tengo calor- Se quejó el azabache, girándose hacia la cocina para ir
a buscar un par de cervezas para él y Kyuhyun.
A
la vuelta su novio se lo agradeció con una sonrisa afiebrada, pero antes de que
Sungmin le cobrara el favor con un beso, el timbre sonó.
-¿Quién
será?- Se preguntó el mayor irguiéndose- Ponte la ropa.
Kyuhyun
obedeció mientras su Hyung hacía lo mismo. Ya presentables para que cualquier
extraño que estuviera afuera los viera, el bajito abrió la puerta.
-A-ah…-Sungmin
quedó sin habla al ver quien estaba del otro lado, dejando a Kyuhyun curioso.
-¿Quién
es, mi amor?- Preguntó con el ceño fruncido, levantándose con la bebé en
brazos.
Sungmin
abrió lentamente la puerta hasta el tope y se reveló quien estaba afuera. El
menor abrió los ojos hasta no dar más.
-¡A-Ahra-Noona!
–Exclamó viéndola tan directamente como ella lo hacía.
Con
maletas y todo, ahí estaba su hermana. Después de mentir a sus padres diciendo
que pasaría sus vacaciones en Hokkaido con sus amigas, voló hasta Corea para
asegurarse de que lo que le había dicho su hermano hace un tiempo era cierto. Y
si lo era. Regordeta, rosadita y rebosante de energía, había una bebé en pañales
mal tomada en brazos por su hermano menor, en un apartamento que apestaba por
el encierro, y con ropa y mugre tirada por todos lados. El biberón que yacía en
las pequeñas manos de la bebé de repente fue a dar al piso y sin contemplar
siquiera limpiarlo, el castaño lo recogió y volvió a ponérselo en la boca.
Podían haber aprendido cosas sobre bebés, pero aún les faltaban muchísimas más
por aprender, era claro para Ahra quien impactada sobrecargaba su cabeza de
toda la información que le era recién revelada. De repente empezó a sentirse
débil y mareada.
-Ay
no- Se lamentó Kyuhyun imaginando lo que iba a suceder- ¡Hyung, sujétala!
-¿Po-por
qué?
Antes
de obtener una respuesta los ojos de la chica se blanquearon y cayó como plomo
encima del pelinegro.
-¡Waah!
¡Ahra-noona!- Se espantó Sungmin afirmando apenas a la inconsciente joven- ¿¡Estás bien!?
-Déjala,
solo se desmayó por el impacto- Bufó Kyuhyun cerrando los ojos y frotándose
entremedio de los ojos con una mano-Venga, cuando despierte me va a llegar una
buena. Me pregunto si alguna vez en la vida vamos a estar en santa paz.
Pronunció
aquello como una simple pregunta al aire, aunque sinceramente, siendo menuda
familia, dudaba que algo así llegara a pasar.
Fin.
ah!! me encanta! estoy siguiendo tu historia en un foro... no me acuerdo cual es, son demasiados, pero tu historia es una de mis favoritas, espero la continúes pronto :)
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